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Santiago Maratea, de vacaciones en España. Aquí, en las playas de Ibiza una semana atrás.
La odisea de Santiago Maratea por culpa de una bermuda
Para luego aclarar "Y no estoy desmayado porque Dios es grande y me quiere. Hago un resumen del capítulo de hoy: me fui del Airbnb porque terminé enojadísimo con la dueña, perdí mis tarjetas de crédito y de débito de vuelta y ayer dormí en la calle”. Allí detalló que "Estaba en una avenida cheta, paso por Dolce & Gabbana, veo una bermuda que me gusta, me la pruebo y me quedaba increíble, entonces digo 'me la compro'. Pasé la tarjeta y rebotó como diciendo '¿quién sos? ¿Antonela Roccuzzo?'", disparó entre irónico y jocoso.
"Salgo un toque del local para llamar al banco, me siento un toque en la calle, y cuando vuelvo a entrar y a pagar finalmente, me doy cuenta que no tengo mi carterita, la de Travis Scott, que es como una cajita feliz marrón. La perdí, o como se dice en la Argentina, me la robaron, porque viste que uno siempre echa la culpa a que le robaron", intentó encontrar una explicación a lo sucedido.
Allí fue cuando, un tanto enojado Santiago Maratea dio cuenta que "Ahí tenía todas mis tarjetas de débito y de crédito, que ya las había perdido y me mandaron de Visa dos de urgencia. También perdí las llaves del Airbnb, entonces llamo al teléfono de emergencia que me habían dado y no me atendió nadie en toda la noche, y dormí en la calle. En realidad no dormí, pero estuve sentado en la calle llamando toda la noche con el culo cuadrado".
Así fue recién a las 10 de la mañana lo atendieron las dueñas del departamento donde está parando, tras los insistentes mensajes de sus millones de seguidores de Instagram que bombardearon a las españolas para que socorrieran a Maratea.
El final de la odisea de Santiago Maratea en España
Pasadas ya unas cuantas horas, el influencer argentino volvió a recurrir a sus historias de Instagram para compartir el final de esta odisea que lo mantuvo en vilo durante toda una noche, a la buena de Dios a miles de kilómetros de Argentina.
Así, contó que después del intercambio de palabras con las dueñas del departamento, había vuelto a hablar con una de las ellas y le pidieron disculpas. "Hablé con Ana, una de ellas, media hora por teléfono, y es divina", relató Santi mientras caminaba por las calles de Barcelona.