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Se acerca a lugares calientes: cerca del calefactor, en tu regazo o bajo mantas.
Se acurruca en posición de bolita: esto ayuda a conservar el calor corporal.
Orejas, patas o cola frías al tacto: si las sentís frías, puede ser una alerta.
Baja su nivel de actividad: puede mostrarse más quieto o somnoliento para conservar energía.
Qué podés hacer para cuidar mejor a tu gato
Si tu gato vive adentro, podés tomar algunas medidas para que esté más cómodo en invierno:
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Ubicá su cama en un lugar cálido y sin corrientes: evitá ventanas o puertas por donde entre aire frío.
Poné mantas o frazadas suaves: a los gatos les encanta acurrucarse en tejidos calentitos.
Dejalo salir si quiere, pero que tenga siempre dónde refugiarse: si sale al patio o balcón, asegurate de que pueda volver adentro o tenga un refugio cubierto.
Controlá la temperatura del ambiente: mantené una temperatura agradable, sin cambios bruscos.
¿Conviene abrigar a los gatos?
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Muchos dueños se preguntan si es buena idea ponerles ropa. En general, los gatos de interior no la necesitan, pero puede ser útil para razas sin pelo o gatos muy sensibles al frío. Si decidís usar abrigo, que sea cómodo y no le genere estrés.
¿Puede enfermarse por el frío?
El frío intenso y los cambios de temperatura pueden hacer que los gatos de interior se resfríen o tengan problemas respiratorios. Si notás estornudos frecuentes, secreción nasal o pérdida de apetito, consultá al veterinario para prevenir complicaciones.