Honestidad brutal

La angustia de Ana Espósito, la hermana de Lali, por su cuerpo: "Estoy negada..."

Ana Espósito: Una vida luchando por aceptar su cuerpo entre el autoboicot y la vergüenza, el relato que conmovió a todos. Mirala.

La angustia de Ana Espósito, la hermana de Lali, por su cuerpo: Estoy negada...

En un contexto donde las redes sociales suelen mostrarnos una versión filtrada y perfecta de la realidad, se vuelve cada vez más necesario —y valiente— cuando alguien elige hablar desde lo crudo, lo real, lo que no encaja con el molde. Así lo hizo Ana Espósito, la hermana de Lali. Que, con una reflexión profundamente humana sobre el amor propio, el cuerpo y la dificultad de aceptar lo bueno, conmovió a miles de personas que se sintieron reflejadas en su testimonio.

Ojalá puedan salvarse a ustedes mismos antes de las cosas buenas”, fue una de las frases más resonantes del relato,

La protagonista decidió compartir una serie de fotos en las que se la ve radiante, pero el foco de su mensaje no fue lo estético, sino todo lo que le costó poder siquiera pensar que podía verse bien.

“No me saqué fotos ese día, más que las que hicimos los cuatro juntos, porque realmente estaba muy negada a poder verme bien. A lo que voy es: no sean como yo. Ojalá puedan agarrar antes el autoboicot”, confesó con brutal honestidad.

Su relato no fue un discurso motivacional de catálogo, sino un grito sincero de alguien que atraviesa las dudas que muchas personas viven en silencio: cómo encajar, cómo habitar un cuerpo que se sale del estándar, cómo enfrentar las propias inseguridades cuando llega el momento de recibir cosas buenas.

“Yo soy una mina grandota… tengo teta, tengo cu...”

La manera directa en la que habló sobre su cuerpo generó impacto. Lejos de eufemismos, puso en palabras un conflicto que atraviesa a muchas personas con corporalidades diversas: el sentirse expuestas, el miedo a no cumplir con los cánones, el deseo contradictorio de mostrarse y esconderse a la vez.

Verme ahí con las tetas y todo como que me apachurré totalmente. Es como si de alguna manera estuviese más acostumbrada a estar como entre las sombras”, dijo. Con esa frase, describió la contradicción de querer brillar, pero no sentirse merecedora de la luz.

“Me parecía muy careta solo subir estas fotos y decir ‘miren qué linda que estaba’”

El mensaje no fue solo sobre imagen corporal. Fue una reflexión sobre cómo funciona el ego, el juicio interno y el peso de las opiniones ajenas. Ella misma reconoció lo difícil que le resulta disfrutar de lo positivo cuando se trata de algo propio.

“Para las cosas malas soy bárbara: soluciono, estoy para el otro. Pero cuando son cosas buenas, sobre todo mías… qué difícil que se me hace, boludo”, expresó, en un momento que combinó vulnerabilidad, sensibilidad y honestidad brutal.

El miedo a la exposición: “¿Y vas a dejar que la gente te critique?”

Entre sus palabras también apareció el temor a mostrarse tal cual es. El miedo a los comentarios maliciosos, a la crítica gratuita, a no poder controlar lo que dirán los demás.

El ego de tu cabeza te tira todo el ‘no’. ¿Y qué vas a hacer? ¿Vas a dejar que la gente te critique, que te diga marrón, hermana de…?”, relató, dejando en claro cómo la presión social y los discursos externos terminan calando incluso en quienes luchan por no dejarse afectar.

El mensaje final: “No se coman lo de afuera”

Ana resume el espíritu de su descargo: “ No se coman lo de afuera”. Ese afuera que señala, que opina, que impone estándares imposibles. Un llamado a no dejarse arrastrar por las voces externas, aunque a veces esas voces se filtren y logren colarse por las grietas.

“Yo me la paso diciéndole a ella: no leas esto, no leas lo otro… pero por algún lado a mí también se me cuela”, reconoció. Porque incluso quienes pregonan el amor propio también están en ese proceso. Y eso, justamente, es lo más humano de todo.

Embed
Se habló de