A pesar del dolor, Haley fue clara: deseaba que Weston, su pequeño hijo, tuviera una figura materna que lo acompañara mientras crecía. Y por eso, sin saber quién sería esa mujer, decidió escribirle una carta.
Taylor nunca leyó el contenido del sobre. Lo guarda cerrado, con la certeza de que contiene consejos, advertencias y palabras sinceras. "Sé que hay sabiduría ahí. Haley quería que esa mujer supiera en qué se estaba metiendo, con quién estaría formando una familia, y qué tipo de amor había entre nosotros”, explicó.
Para él, la carta resume la esencia de quien fue su esposa: previsora, generosa y profundamente amorosa, incluso en la hora más oscura. “Ese fue su modo de seguir siendo parte de nuestras vidas, de asegurarse de que Weston estuviera bien acompañado y yo, también”, agregó.
Aunque han pasado dos años desde la pérdida, Taylor admite que reconstruir su vida afectiva no ha sido fácil. Probó tener citas, pero el duelo es impredecible. “Hay días que siento que estoy listo y otros en los que me despierto y pienso: ‘No quiero hablar con nadie’”, dijo.
Abrirse nuevamente al amor después de haber estado tan profundamente enamorado de Haley es, según sus palabras, “una lucha constante”. Pero intenta avanzar, aún con dudas, aún con miedo: “Trato de dar pasos fuera de mi zona de confort para seguir creciendo como persona”.
La experiencia de haber perdido al amor de su vida cambió radicalmente la forma en que Taylor ve el mundo. “Todo se volvió más lento. Empecé a notar la belleza en lo cotidiano. La vida es dura, sí, pero siempre encuentra su forma de acomodarse”, reflexionó.
El dolor lo ayudó a dimensionar las cosas de otra manera. “Después de atravesar algo tan devastador, todo lo demás parece más fácil. No tengo ansiedad, no estoy deprimido. Solo estoy agradecido por cada día que tengo”, explicó, con la convicción de que su fe le asegura un reencuentro con Haley en algún momento.
Taylor también agradeció a la enorme comunidad online que acompañó su historia desde el primer día. “Significa el mundo para mí saber que hay tanta gente que se conmovió con lo que vivimos. Me emociona todos los días”, dijo.
Contar su historia, lejos de ser solo un registro personal, se volvió una forma de sanar y de ayudar a otros. “Me siento muy afortunado de poder compartir lo que viví y de, quizás, hacerle bien a alguien más. Estoy profundamente agradecido por el amor que recibimos”, cerró.