“El aceite y todo eso lo recuerdo porque de chicos íbamos a cosechar aceitunas y nos traíamos los carritos en su momento en la aceitera y ahí esperábamos toda la noche para que saliera el aceite, las prensábamos. Era una fiesta, básicamente. Lo mismo cuando se hacía el tomate en casa de la Nona. Siempre comimos lo que elaboramos, por ejemplo nosotros nunca compramos un jugo de fruta, mi mamá cosechaba la pera de la campaña que era mucho más chica que una finca y cosechaba la poca fruta que nos daba esa especie de un jardín grande y hacía la mermelada, un dulce”, recordó.
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La Rural, otra época, y otros precios: Di Gennaro y su stand de Cave Canem.
Se trata de un puñado de imágenes, olores y sabores que luego de un derrotero por un puñado de latitudes hicieron que recalara al pie de la Cordillera de Los Andes. Es que además de su crianza italiana y su presente argentino, su rol corporativo en una compañía automotriz de escala global lo llevó a mudarse 19 veces de país.
España, Inglaterra, Rumania, Brasil, Eslovenia, Finlandia o Suecia son algunos de los destinos que Di Gennaro vivió en su profesión. “Con unas diferencias culturales realmente distintas. Y en todos ellos pude aprender la diferente cultura del trabajo que hay en cada uno”, remarcó en la charla con este medio mientras vendía sus productos en La Rural 2022.
“Por eso insisto siempre en que el sacrificio es fundamental en una pyme o en una empresa. Espero que luego de estos grandes cambios en el Gobierno se haga todo lo mejor para que todos nosotros los que somos pymes, que seguimos trabajando todos los días para una Argentina mejor, nos ayuden desde el esfuerzo y que nos faciliten el trabajo, sin planes. Con el trabajo se hace todo”, apuntó.
-¿Qué has encontrado en la Argentina que te hizo echar raíces y desarrollado una producción agrícola y una marca propia?
-Aquí todo lo que encontré fueron oportunidades. Yo creo que Argentina ofrece mucho siempre y cuando se sepa aprovechar de la buena manera, dando positividad al mercado y dando posibilidad a las empresas y a la pyme, insisto, porque la pyme es el corazón de la economía. Eso hay que entenderlo. Si ayudamos a la pyme y las pymes van hacia adelante, el país va a ir hacia adelante.
-Desde el sector de las ventas, ¿cómo ves al bolsillo de los argentinos? ¿Cómo te acomodás en base a eso?
-El bolsillo del argentino, como el de todos a nivel mundial, es escaso. Pero es escaso porque la inflación, para mi punto de vista, es un problema a nivel global. Porque un dígito, medio dígito o lo que sea, el problema está a nivel mundial. Si pensáramos menos en la guerra y pensáramos mucho más en la paz y en el amor estaría mucho mejor el mundo.
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La olivicultura que se realiza en Mendoza, para Giusseppe, guarda grandes relaciones con su Nápoles natal.
Lejos pero cerca: a miles de kilómetros, un regreso a sus raíces
Cuando Giuseppe compró su finca en San Rafael la apuesta fue grande. No había sembrados y no había rastros de que se hubiera trabajado la tierra anteriormente. Con el paso de los años el tesón cosechó sus frutos y hoy aquella olivicultura y las frutas en conserva que formaron parte de su infancia son también su presente. A la tradición que ya tenía en su adn le sumó el procesamiento de los alimentos. Montaron una pequeña fábrica en la cual la se le agrega valor a los insumos cosechados y la venta en frascos es el sello de Cave Canem.
“Lo traemos a Buenos Aires y a otros mercados del país también. No exportamos nada, y damos la posibilidad de que nuestros productos lleguen al consumidor final a un precio razonable. Yo intento venderlo todo en Buenos Aires porque aquí es donde más oportunidades y necesidades hay. Insisto: hay que simplemente hacer lo mejor para que esto siga. Aquí hay un mercado, porque como se dice, “Dios está en todos lados pero se dice que atiende aquí en Buenos Aires”, eso hay que entenderlo y un poco adaptarse a esta situación”, resumió.
-Ya que conocés y has vivido en 19 países del mundo, ¿cómo catalogarías al pueblo argentino?
-Por empezar, yo soy napolitano. Lo más similar a un napolitano es un argentino, ambos somos alegres y la tristeza no es para nosotros. Las buenas noticias nos alegran y a las malas noticias hay que saberlas interpretar a veces como buenas noticias. No hay que aflojar, hay que subir los brazos, y listo. Empujar para adelante.
-Y como napolitano no puedo dejar de preguntarte por Diego Maradona. ¿Cómo fue aquel Diego de Napoli y cómo fue haber vivido su muerte aquí en Argentina?
-Y…Diego. Diego es igual a Dios. ¿Qué te quiero decir? El único Scudetto que hemos ganado fue con él. ¿Te puedo hablar mal de él? Jamás. Es evidente que es un Dios para nosotros, y lo sigue siendo por mucho que no esté más. En nuestro corazón, ya sea argentino o napolitano, Diego vive constantemente.