La cárcel de Ezeiza quedó en el centro de una investigación que reveló un insólito y peligroso mecanismo de tráfico de drogas. En el pabellón de mujeres, operaba una red de dealers que ingresaban sustancias ilegales ocultas en la ropa de bebés.
La investigación derivó en un allanamiento donde se encontró marihuana, cocaína, metanfetamina, dos balanzas y hasta un arma de fuego.
La cárcel de Ezeiza quedó en el centro de una investigación que reveló un insólito y peligroso mecanismo de tráfico de drogas. En el pabellón de mujeres, operaba una red de dealers que ingresaban sustancias ilegales ocultas en la ropa de bebés.
"El bebé no puede pasar por el scanner", era la clave de una maniobra que permitía el ingreso de marihuana, cocaína y metanfetamina sin ser detectada, de acuerdo a un informe dado a conocer por A24.
El juez Federico Villena llevó adelante la investigación que derivó en un allanamiento donde se encontraron 12 kilos de marihuana, 13 envoltorios de cocaína, metanfetamina, dos balanzas y un arma de fuego. Además, se hallaron medias de bebés y un listado con los nombres de presas que tenían deudas con la banda.
El negocio dentro del penal estaba bien organizado: "La banda tenía la logística, drogas, plata". Afuera, ocho personas fueron detenidas, en lo que parece ser solo la punta del iceberg de un sistema de tráfico que funcionaba con precisión.
Mientras la causa avanza, la historia de las mujeres involucradas en la red deja en evidencia cómo el narcotráfico logra infiltrarse incluso en los lugares más controlados.