Ante la inminente vuelta a la Argentina de su padre, Franco lo enfrentó con madurez y determinación. “Hablé bien con él cuando me tenía que volver y le dije ‘mirá, Franco, si querés regresamos a Argentina, dentro de dos años vas a tener 16, vas a ser más grande y yo te vuelvo a traer”, relató Aníbal.
Pero fue el propio Franco quien tomó la decisión que cambiaría su destino: “Él me dijo ‘no, papá, sé que la voy a pasar mal al inicio, vamos a estar lejos y a sufrir, pero si en algún momento tengo la remota posibilidad de llegar a la Fórmula 1 es viviendo acá en Europa, así que si me bancás yo me quedo’”.
La respuesta de su padre no dejó lugar a dudas. “Le dije ‘olvidate, te banco con mi vida’. Y bueno, se quedó y es todo mérito de él lo que ha logrado”, expresó con orgullo.
El debut de Franco Colapinto en el GP de Imola con la F1
Este fin de semana, Franco volverá a competir en la Máxima con el equipo Alpine, tomando el lugar del australiano Jack Doohan, en principio por las próximas cinco fechas. El regreso se dará en el Gran Premio de Emilia-Romagna, en el circuito de Imola, un trazado que conoce bien y donde ya supo brillar en categorías inferiores.
Aníbal, mientras tanto, no pierde el foco: “Franco tiene que hacerle caso a lo que le pida el equipo, estar aislado de las redes y demás porque se tiene que centrar en manejar el auto de carrera. Igual es más rápido abajo del auto el pendejo este”.
El joven de Pilar, de solo 21 años, se enfrentará a un auto que nunca manejó oficialmente, aunque en pruebas anteriores demostró su potencial. “No hay que desesperarse. Es la primera carrera en el año, con un auto distinto que nunca manejó, porque los tests los hizo con uno de hace dos años, y tiene que estar lo más cerca posible de Pierre (Gasly), seguir sumando kilómetros y cumplir con lo que le exija el equipo”, remarcó su papá.
Con apenas 7 puntos acumulados y ubicado anteúltimo en el Campeonato de Constructores, Alpine busca encontrar en Colapinto un revulsivo. La historia, sin embargo, ya lo tiene como protagonista de una de las gestas más emocionantes del automovilismo argentino reciente.