Stornelli cree que Etchebest y D’Alessio se complotaron (junto con otros actores, entre ellos probablemente también Ramos Padilla) para fabricar un expediente escandaloso que, por efecto de carambola, derribara a la investigación por los cuadernos del chofer Oscar Centeno.
Stornelli cree que fue víctima de D’Alessio, a quien le reprocha un supuesto “pasado kirchnerista” que se proyecta al presente para enchastrarlo a él, al juez Claudio Bonadio y –por propiedad transitiva- a la Causa Cuadernos.
La explicación formal de por qué después de seis llamados a indagatoria Stornelli aceptará ahora recorrer los 200 kilómetros que lo separan de Dolores para volver de allí con un más que probable procesamiento es que la Causa Cuadernos está a salvo.
Elevada en su tramo grueso a juicio oral y radicada ante el tribunal oral federal número siete, al tándem Stornelli – Bonadio sólo le quedan cuestiones marginales de la investigación.
Ni siquiera los originales de los cuadernos, que milagrosamente de “desquemaron” en pleno contexto del proceso electoral que ungió a Alberto Fernández como presidente, están en poder del fiscal o del juez. Los tiene el tribunal oral y todavía no decidió qué hará con ellos.
Stornelli confía en que tiene buena artillería para defenderse en Dolores. Tal vez hasta juegue al ataque, con “presión alta” –en términos futboleros-, blandiendo algunos elementos que surgieron de un expediente que tramita el juez Claudio Bonadio, conocido como Causa Puf Puf.
Se trata de una denuncia del propio Stornelli sobre un complot de presos vinculados al kirchnerismo con dirigentes de esa fuerza como el ex embajador argentino en El Vaticano Eduardo Valdés para derribar la Causa Cuadernos.
“En este tiempo se han probado muchas cosas”, reflexionó Stornelli.
Pero además de esa explicación, formal por cierto, hay otras que se relacionan con la interna de Stornelli en el Poder Judicial.
Su situación, especialmente frente a sus pares, comenzaba a ser insostenible. Un creciente movimiento de jueces y fiscales hizo saber que la rebeldía de Stornelli maximizaba la mala imagen del Poder Judicial en la sociedad y obligaba a pagar a todos por una decisión personal que consideran desacertada.
Por otra parte, la Comisión que analiza, en la órbita de la Procuración General de la Nación, la conducta de Stornelli, está próxima a pronunciarse y sus conclusiones parecen lejos de avalar la conducta del fiscal.
Y el procurador general interino, Eduardo Casal (hasta ahora, el principal sostén de Stornelli) está de salida, empujado por el inminente cambio de gobierno y la propuesta de un nuevo jefe de los fiscales. El futuro de Casal parece próximo a la jubilación; en el mejor de los casos, su eventual permanencia en la Procuración será sin poder de decisión.
La primera consecuencia de la presentación de Stornelli en Dolores será un beneficio inmediato: dejará de ser rebelde. Estará “a derecho”, y eso, si hubiera algún margen de negociación sobre su futuro cercano y mediato, es una ventaja cualitativa que sin dudas pesó a la hora de la decisión.