Un soldado norteamericano ya tiene en sus brazos a la niña para cruzar al por encima del muro del aeropuerto de Kabul (Foto: captura de pantalla).
Una niña pasa por encima del muro del aeropuerto, agarrada por un soldado norteamericano. La imagen es el mejor reflejo de lo que se vive hoy en Afganistán: el caos y el miedo ante el regreso de los talibanes al poder. Multitudes de personas intentan dejar el país como puedan. En auto, a pie por las fronteras, o la vía más rápida pero más difícil: conseguir ingresar al aeropuerto de Kabul y poder subir a un avión.
Es la situación que se repite desde que el domingo. Los talibanes entraron triunfantes en Kabul. Además, no encontraron ninguna resistencia en las tropas oficiales que, se suponía, fueron entrenados durante 20 años por el ejército norteamericano.
Las imágenes se repiten. Grupos de milicias se reparten por las calles de la capital fuertemente armados. De a poco imponen su ley, pese a que se presentan inesperadas protestas opuestas al nuevo régimen talibán. Pero el camino al aeropuerto de Kabul sigue siendo una oportunidad para la salvación. Mujeres y exfuncionarios del gobierno depuesto son quienes pugnan principalmente por encontrar un lugar en un avión que deje el territorio afgano.
No obstante, la zona del aeropuerto es un caos. En el camino, los talibanes dominan la zona. Montan controles, bloquean el camino y disparan si es preciso para evitar que la gente llegue a la terminal aérea.
Y todo en medio de un desborde por la muchedumbre que no duda en arriesgar su vida con tal de llegar al aeropuerto.
Una pared de concreto se levanta en todo el perímetro, apoyado por alambres de púas en la cima. En el interior del aeropuerto, las tropas de los Estados Unidos intentan ordenar el aterrizaje y el despegue de los aviones.
En el exterior todo es caos. Multitudes de personas agolpadas al pie de las paredes. Su propósito es clave: desafiar a los talibanes y a los soldados norteamericanos y trepar. Cueste lo que cueste.
Las calles circundantes muestran miles de personas agolpadas esperando su momento, en medio de autos abandonados para siempre.
La situación por momentos se descontrola y obliga a los soldados de EE.UU. a disparar gases lacrimógenos para dispersar a los afganos. Por momentos parece un cuadro de la edad media. Soldados tratando de proteger desde los muros la caída de un castillo fortificado.
En esa breve conferencia de prensa, el improvisado vocero de los talibanes dijo - a mitad de la semana - que esta nueva etapa estaría dominada por la promesa de que "no habría venganza".
Pero las cadenas internacionales no hacen más que documentar denuncias de personas sobre dos temas graves. Los talibanes van puerta a puerta amenazando a personas y familias enteras de las consecuencias de no seguir sus órdenes.
Incluso ya se habla de listas en manos de los talibanes con el nombre de "colaboradores" del anterior gobierno. A pesar de la amplia amnistía anunciada en esa misma conferencia por el vocero oficioso del nuevo régimen.
Perder todos sus derechos conquistados en los últimos 20 años ya parecen una realidad más que un temor. En las última horas, la imagen de talibanes armados asediando a una mujer que solo grababa imágenes con su celular recorrió el mundo. No son pocas las mujeres -profesionales- que ya han sido conminadas a dejar su trabajo en virtud de la nueva ley dominante: la sharía.
La agencia AFP grabó una declaración de una periodista que denuncia que le negaron la entrada a su trabajo en la cadena de TV estatal RTA.
En las calles y vitrinas de Kabul, los carteles y fotos de mujeres han sido borrados o vandalizados.
El presidente norteamericano, Joe Biden, habló con la cadena ABC News. Reconoció que se sorprendió por la velocidad fulminante del avance talibán. Sobre todo porque había 360.000 soldados afganos que se rindieron sin disparar un solo tiro. "Esto fue inesperado", aceptó Biden.
Cuando asumió, dijo que "los Estados Unidos están de regreso". Aludía al intento de dejar atrás el aislamiento pronunciado de Donald Trump. Pero esta grave crisis en Afganistán le valió más de una crítica a diario.
Esta tarde volverá a hablar sobre la crisis en Afganistán. El New York Times anticipa que volverá a defender la retirada de las tropas. Pero anunciará que no abandonará al pueblo afgano. Un equilibrio que, hasta ahora, no ha dado resultados.