“Hace 40 años encontré a los más pobres de los más pobres y me dije: 'Tengo que hacer algo...'". Son las palabras del padre Pedro Opeka. Así describió lo que sintió cuando llegó como misionero a Madagascar.
“Hace 40 años encontré a los más pobres de los más pobres y me dije: 'Tengo que hacer algo...'". Son las palabras del padre Pedro Opeka. Así describió lo que sintió cuando llegó como misionero a Madagascar.
El primer ministro esloveno, Janez Jansa, hizo pública su nominación para que reciba el Nobel de la Paz correspondiente al presente año. "Por ayudar a personas que viven en condiciones espantosas", destacó el mandatario.
Pedro Opeka nació en San Martín, provincia de Buenos Aires. Pero su ascendencia eslovena hizo que el premier de ese país lo postulara ante el Comité Nobel. Cursó el seminario para dedicarse a la vida religiosa en San Miguel. Entonces, compartió sus estudios con Jorge Bergoglio.
Cuando llegó, en la década del 70, la capital del país, Antananarivo, tenía un "vertedero". En otras palabras, un basurero, el lugar a donde arrojaban todos los deshechos de la ciudad. Entre las pilas de basura, encontró a cientos de personar, adultos y niños, recogiendo lo que les servía para comer y también poder vender para subsistir.
Fue entonces que su vocación por el prójimo lo llevó a crear una ONG para ayudar a todas esas personas desamparadas.
Significa "buen amigo". Es el nombre que le dio a la fundación consagrada a cambiar para siempre a ese lugar.
Creó un sitio destinado a rescatar de la pobreza a miles de personas, con centros de ayuda, educación y asistencia sanitaria. En Madagascar no existe un sistema de cobertura social. La ONG Akasamoa vino a llenar ese vacío.
Donde antes había un basurero, creó un barrio para 4.000 familias. Allí, más de 13.000 chicos reciben la educación que no habrían tenido de otra manera. Sus misas son acompañadas por una multitud permanentemente.
En septiembre de 2019, el papa llegó hasta el sur de África en un viaje pastoral. Visitó, Mozambique, Mauricio y Madagascar.
Cuando llegó a Antananarivo, tuvo un encuentro muy especial con el Padre Pedro. Volvían a encontrarse quienes fueron compañeros de estudios de teología en la Argentina.
Francisco, en ese momento, definió a la obra del padre Opeka así: "Es la expresión de la presencia de Dios en medio de su pueblo pobre; no una presencia esporádica, circunstancial, sino la de un Dios que decidió vivir y permanecer siempre en medio de su pueblo".
El premio Nobel de la Paz se entrega el 10 de diciembre cada año. Es la segunda vez que lo nominan. La anterior fue en 2012. Aunque falta mucho tiempo, el padre Pedro Opeka tiene valores de sobra para merecer esa distinción.