El ministro de salud ruso, Mijail Murashko, reconoció oficialmente que la vacuna contra el COVID-19, provocó efectos secundarios menores en el 14% de los voluntarios.
El ministro de salud ruso, Mijail Murashko, reconoció oficialmente que la vacuna contra el COVID-19, provocó efectos secundarios menores en el 14% de los voluntarios.
"Más de 300 personas fueron vacunadas. Aproximadamente un 14 % de ellas se quejó de un poco de debilidad, leves dolores musculares a lo largo del día y, a veces, de fiebre", comentó Murashko a la prensa, citado por la agencia oficial TASS.
Al igual de lo que sucedió con el desarrollo de la vacuna de la Universidad de Oxford, la aparición de efectos secundarios es un fenómeno esperado.
Así lo ratificó el ministro Murashko: "Es justo lo que está descrito en las instrucciones".
Rusia fue el primer país en anunciar el registro de una vacuna contra el COVID-19, aunque lo ha hecho entre el escepticismo de la comunidad científica mundial por la falta de la demostración que avale todo el procedimiento.
Rusia reclutó a 40.000 voluntarios para la tercera fase de análisis clínicos de Sputnik V. Los resultados, pese a este contratiempo, se esperan para los meses de octubre y noviembre.
La revista científica The Lancet anunció que ha pedido aclaraciones a los autores de un estudio que publicó sobre la vacuna rusa contra el COVID-19.
En ese artículo, del 4 de septiembre, la revista plantea que hubo resultados positivos en 76 participantes de la fase 2, con una "fuerte respuesta inmunológica".
Pero luego advierte que no es aconsejable "saltear cualquier procedimiento en el que se demuestre que es efectiva y no produce efectos adversos".
El Centro Gamaleya, donde se desarrolla la vacuna Sputnik V, se expresó a través de su director científico adjunto, quien expresó que "rechaza categóricamente las acusaciones de un grupo de científicos sobre la falta de fiabilidad de los datos estadísticos".