En ese sentido, una de las principales hipótesis que manejan los investigadores es que Romano habría sido víctima de un robo planificado. Se presume que alguien de su entorno cercano pudo haber aprovechado la confianza que el contador tenía con su círculo para ingresar al domicilio y cometer el crimen. Esta teoría se refuerza con el hecho de que la camioneta de la víctima apareció cerrada en un barrio cercano, Villa Nueva, sin signos de violencia ni robo, lo que indicaría que el autor del asesinato intentó desviar la atención o escapar discretamente tras el hecho.
Los familiares de Romano aportaron un dato que generó aún más confusión en los investigadores. Horas antes de que se descubriera el cuerpo, algunos de ellos recibieron un mensaje desde el teléfono del contador. Sin embargo, aseguraron que el texto “no fue escrito por él”, ya que el tono y la forma de expresión no coincidían con su manera habitual de comunicarse. Esta información es clave para los peritos, que ya solicitaron un análisis forense del dispositivo móvil a fin de determinar si el mensaje fue enviado desde el celular de Romano o si fue manipulado por otra persona después de su muerte.
Mientras tanto, los vecinos del barrio aseguran que José Antonio Romano era una persona tranquila, reservada y muy querida. Varios de ellos manifestaron su asombro por el crimen y coincidieron en que la víctima no tenía conflictos ni enemigos conocidos. “Era un hombre de trabajo, siempre amable, vivía solo y nunca se metía con nadie”, contó una vecina que convivía a pocos metros de la casa del contador. La mujer agregó que la última vez que lo vio fue hace casi una semana, cuando lo saludó mientras sacaba su camioneta del garaje.
Por ahora, el misterio crece y las autoridades no descartan ninguna línea de investigación. Si bien todo apunta a que el móvil sería económico, el nivel de planificación y la crueldad del hecho sugieren que podría tratarse de alguien con conocimiento previo del lugar y de los hábitos de la víctima. Los agentes del ECIF hallaron, además, una toalla empapada en sangre y un cuchillo de cocina con rastros biológicos, los cuales ya fueron enviados a laboratorio para determinar si pertenecen al contador o al agresor.
La fiscal a cargo del caso ordenó la autopsia del cuerpo, que será determinante para precisar la data de muerte y el modo en que se produjo. De manera preliminar, los peritos estiman que el homicidio ocurrió entre 48 y 72 horas antes del hallazgo, aunque no se descarta que el cuerpo haya permanecido más tiempo dentro del freezer, lo que complica la estimación temporal. “Estamos ante un crimen que muestra planificación y conocimiento técnico, alguien que sabía cómo manipular un cuerpo y cómo intentar ocultar la evidencia”, confió una fuente judicial.
La puerta principal de la vivienda estaba cerrada con llave, un detalle que resulta crucial para los investigadores. Este dato refuerza la hipótesis de que el asesino no forzó el ingreso, sino que entró con consentimiento o con un duplicado de las llaves. De hecho, entre los allegados del contador se menciona a un par de conocidos que tenían acceso a la propiedad por motivos laborales, pero por ahora las autoridades prefieren mantener la reserva mientras avanzan con las declaraciones testimoniales.
El impacto social del crimen ha sido profundo. En las redes sociales, cientos de usuarios de Tucumán y otras provincias expresaron su indignación y horror por la brutalidad del hecho, mientras que amigos y ex compañeros de trabajo del contador organizaron una marcha frente a la Municipalidad de Aguilares para pedir justicia y exigir avances en la causa. “No podemos aceptar que alguien sea asesinado de esta manera y quede impune”, expresó uno de los manifestantes.
Por otro lado, la comunidad se encuentra atemorizada, ya que muchos temen que el asesino siga libre y pueda volver a actuar. “Nunca vimos algo así acá, es una locura. Todos estamos con miedo”, admitió un comerciante del centro de Aguilares. La Policía, en tanto, dispuso refuerzos en la zona y trabaja en conjunto con la Brigada de Investigaciones Sur para relevar cámaras de seguridad cercanas al domicilio de la víctima y reconstruir sus últimos movimientos.
Fuentes del Ministerio Público Fiscal confirmaron que ya se están analizando registros telefónicos, mensajes y movimientos bancarios del contador, en busca de operaciones sospechosas o transferencias que indiquen un posible conflicto económico. “No hay indicios de una disputa personal, pero sí podrían existir motivos financieros, ya que la víctima manejaba dinero y documentación sensible debido a su cargo en Rentas”, precisaron los investigadores.
Mientras los peritos avanzan con las pericias y el relevamiento de pruebas, los familiares de José Antonio Romano claman por respuestas. Su hermana, visiblemente afectada, aseguró que no descansará hasta que se sepa quién le quitó la vida. “Mi hermano era un hombre bueno, trabajador. No merecía morir así. Queremos que se haga justicia y que el culpable pague”, declaró entre lágrimas ante los medios locales.
El caso se convirtió en uno de los más impactantes de los últimos años en Tucumán, tanto por el nivel de violencia como por la frialdad con que fue ejecutado. La fiscalía trabaja contrarreloj para reconstruir el crimen paso a paso y lograr identificar al autor o autores antes de que puedan escapar. Hasta el momento, no se registraron detenciones, pero se espera que en las próximas horas se realicen allanamientos clave en distintos puntos de la provincia.
Mientras tanto, el horror por lo ocurrido en Aguilares se multiplica y la imagen del freezer en el que fue hallado el cuerpo de Romano se convirtió en un símbolo del espanto y de la violencia que golpea al interior tucumano. La comunidad exige justicia, pero también seguridad, en una provincia que en los últimos años ha visto un incremento sostenido de crímenes violentos.
El contador José Antonio Romano, aquel hombre reservado que dedicó su vida al trabajo y a su familia, se transformó —por obra del horror— en el centro de una investigación que recién comienza. Una historia que, más allá de su desenlace judicial, dejará una marca imborrable en la memoria colectiva de Aguilares.