Lo que no sabía es que a pocos metros lo observaba un individuo que, según el testimonio incorporado al acta policial, habría seguido sus pasos desde hacía varios minutos. Se trataba de un hombre de contextura robusta, aproximadamente 1,75 m de altura, tez trigueña, cabello corto oscuro, que vestía buzo tipo canguro negro con inscripciones blancas, bermuda de jean y zapatillas negras. Nada particularmente llamativo… salvo lo que llevaba consigo: un inhibidor de señal.
El robo: rápido, silencioso y sin violencia
De acuerdo con el acta, el delincuente esperó a que la víctima ingresara al local. En ese instante caminó hacia el vehículo, activó el inhibidor y logró que la puerta no llegara a quedar trabada correctamente, aunque la víctima creyera haberlo cerrado.
Con absoluta tranquilidad, abrió la puerta como si fuera su propio auto, tomó las bolsas marrones ubicadas en el asiento delantero y se retiró del lugar sin dejar rastros. Ninguna alarma sonó. Ningún vidrio se rompió. Ningún testigo intervino.
La víctima, al regresar cerca de las 15:30 horas, notó desde afuera un detalle que encendió todas las alarmas: el vehículo tenía la cerradura en perfecto estado, sin signos de violencia. Al abrir la puerta constató lo impensado: el dinero no estaba.
El seguimiento del sospechoso
El documento oficial detalla que, minutos antes del robo, la víctima había notado en las inmediaciones la presencia de un vehículo Volkswagen Gol Trend blanco, estacionado en doble fila, aparentemente aguardando. El hombre que había observado -el mismo que luego abriría el auto- se subió a ese vehículo y se retiró del lugar apenas tras consumar el hecho.
Pese a la abundancia de cámaras en la zona, especialmente en la cuadra del Faena y los complejos residenciales cercanos, la Policía de la Ciudad aún trabaja para obtener las imágenes correspondientes y determinar la ruta de escape, la identidad del sospechoso y si forma parte de una banda especializada.
El método del inhibidor: una modalidad en crecimiento
La utilización de inhibidores de señal en robos de autos ha crecido notablemente en los últimos años. Estos dispositivos, que bloquean la frecuencia del control remoto del vehículo, permiten que una persona crea que su auto quedó cerrado cuando en realidad permanece destrabado. Es una modalidad que evita ruidos, alarmas, roturas y cualquier indicio de violencia, lo que la convierte en una herramienta ideal para el crimen urbano sofisticado.
Expertos en seguridad advierten que estos aparatos son pequeños, se venden en el mercado negro y pueden operar en segundos. Muchas veces, las víctimas ni siquiera sospechan que algo ocurrió hasta horas después.
Investigación en curso
La causa caratulada como hurto continúa abierta. La Policía de la Ciudad analiza cámaras de seguridad y busca determinar si el sospechoso actuó solo o como parte de una organización más grande. Los investigadores creen que el delincuente “sabía exactamente qué iba a buscar”, lo que abre la hipótesis de que el movimiento de la víctima podría haber sido observado previamente.
Mientras tanto, el caso ya generó preocupación entre vecinos y comerciantes del barrio, que exigen mayor control sobre el uso de inhibidores y mayor vigilancia en las zonas de estacionamiento.