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Mejora la visión: gracias a los betacarotenos, ayuda a prevenir la ceguera nocturna y mantiene la salud ocular.
Fortalece el sistema inmunológico: la vitamina C y los antioxidantes refuerzan las defensas naturales del cuerpo.
Regula la presión arterial y protege el corazón: el potasio contribuye a mantener niveles saludables de presión arterial y previene enfermedades cardiovasculares.
Favorece la digestión: la fibra regula el tránsito intestinal, previniendo y tratando el estreñimiento.
Cuida la piel: retrasa el envejecimiento celular, mejora la apariencia de la piel y ayuda en condiciones como la piel seca y el acné.
Ayuda a controlar los niveles de azúcar en sangre: su fibra y bajo índice glucémico contribuyen a la prevención y manejo de la diabetes tipo 2.
Puede reducir el riesgo de ciertos tipos de cáncer: estudios científicos sugieren que su consumo regular está asociado a un menor riesgo de cáncer de colon y próstata.
Favorece la hidratación y la función renal: su alto contenido de agua ayuda a mantener el cuerpo hidratado y puede favorecer la salud de los riñones.
Contribuye a la salud bucal: comer zanahoria cruda estimula la producción de saliva, que ayuda a limpiar los dientes y reducir bacterias.
Cómo aprovechar al máximo la zanahoria
Cruda o cocida, la zanahoria siempre es beneficiosa. Además podés probarla en jugos combinados con frutas como manzana, naranja y jengibre para una bebida fresca y nutritiva. También queda deliciosa en sopas o al horno.
Un tip: acompañarla con un poco de aceite de oliva mejora la absorción de los carotenos, potenciando sus propiedades para la salud.
Un dato curioso: si la consumís en grandes cantidades, puede hacer que tu piel tome un tono anaranjado debido a la acumulación de carotenos, pero esto no representa ningún riesgo para la salud.