Netflix y Ricardo Darín vuelven a marcar tendencia con una película argentina que está inspirada en hechos reales.
Ricardo Darín arrasa en Netflix con la película más vista y se basa en un caso real. (Foto: Archivo)
Está en Netflix y, pese a haberse filmado hace más de una década, sigue causando furor. La película "Elefante blanco", protagonizada por Ricardo Darín, se convirtió en un éxito rotundo y volvió a instalar en la agenda una historia basada en hechos reales. La ficción se mezcla con la crudeza de un entorno donde la violencia, el abandono y las promesas incumplidas definieron generaciones enteras.
Ambientada en el sur de la Ciudad de Buenos Aires, la película se despliega en las calles de una villa que creció alrededor de un proyecto monumental y fallido: un edificio que pretendió ser el Instituto de la Tuberculosis, levantado como símbolo de progreso y que, finalmente, quedó solo en ruinas. Ese es el "Elefante blanco" que dio nombre a la película y que determinó el destino del barrio.
La película sigue a dos sacerdotes católicos: Julián, el veterano cura villero interpretado por Ricardo Darín, y Nicolás, un joven sacerdote belga encarnado por Jérémie Renier. Ambos trabajan en la Villa 15 intentando sostener comedores, asistir a familias y enfrentar la violencia impuesta por bandas del narcotráfico.
La llegada de Luciana, una asistenta social interpretada por Martina Gusmán, agrega tensiones éticas y emocionales. Los tres, desde sus distintos roles, se ven obligados a tomar decisiones extremas en un entorno donde la vida cotidiana se convierte en un desafío permanente.
La tensión crece escena a escena. Los sacerdotes deben resolver qué hacer cuando los enfrentamientos entre bandas escalan, cuando la corrupción estatal impide avances mínimos y cuando la violencia amenaza a quienes buscan proteger. La película dejó una pregunta incómoda: ¿qué pasa cuando la fe y la voluntad chocan con un sistema que no ofrece salida?
La producción se dedicó en memoria del Padre Carlos Mugica, figura clave en la historia de los curas villeros. Mugica se destacó por su compromiso social durante los años 60 y 70 y fue asesinado en 1974, un hecho que abrió una herida profunda entre la Iglesia y los sectores populares. Ese legado inspiró la creación de los personajes principales, que enfrentaron situaciones inspiradas en conflictos verdaderos.
El edificio que inspiró la película fue demolido recién en 2018, tras años de debates y planes inconclusos. Durante décadas, cientos de familias vivieron en sus pasillos a medio construir, improvisando hogares en una estructura que se derrumbaba lentamente. Esa imagen, presente en el film y potenciada por el rodaje en locaciones reales, permitió que la audiencia observara un fragmento de la historia urbana de Buenos Aires que solía mantenerse invisible.
La producción logró que esa realidad ingresara de lleno en la conversación pública. Su estreno original en 2012 generó discusiones sobre la deuda histórica que el país mantenía con sus barrios populares, y su regreso a Netflix renovó ese interés.
El relanzamiento de Elefante blanco dentro del catálogo de la plataforma impactó de inmediato. El film, dirigido por Pablo Trapero, fue rodado en gran parte dentro de la propia Villa 15, lo que le otorgó un estilo cercano al documental y una potencia narrativa que pocas producciones del cine argentino lograron hasta hoy. El trabajo interpretativo de Ricardo Darín, acompañado por Jérémie Renier y Martina Gusmán, reforzó la autenticidad del relato.
En las dos horas de metraje, la película mostró el trabajo silencioso y a menudo invisibilizado de quienes se movieron entre pasillos y pasadizos de chapa para dar respuesta a necesidades urgentes. Los personajes interpretados por Darín y Renier se adentraron en un territorio donde el Estado apareció solo en discursos, y donde la violencia del narcotráfico marcó límites que pocos se atrevían a cruzar.
Los sacerdotes debieron enfrentar dilemas éticos que rozaron lo imposible: defender vidas sin caer en la violencia, sostener la fe aun cuando la realidad los empujaba a abandonar todo, y resistir un sistema que parecía diseñado para fallar. La presencia de Luciana, interpretada por Martina Gusmán, añadió un conflicto emocional que tensó aún más la trama y expuso los desafíos de quienes, desde el trabajo social, enfrentaron diariamente la crudeza de un entorno hostil.