Más adelante, y afianzado por la presencia del periodista Pablo Duggan que sostiene que Nisman se suicidó, Lagomarsino dejó entrever que el hecho de que él hubiera entregado el arma al fiscal prueba su inocencia. "¿Quién puede ser tan imbecil de hacer eso? Entregar un arma que estaba a mi nombre para matarlo. A mi me cagaron la vida ¿Qué gané yo?", se defendió.
Además, contó que el sábado a la noche previo a su muerte, vio a Nisman conmovido y asustado por la seguridad de sus hijas. "Se le llenaron los ojos de lágrimas cuando me pidió el arma".
Por último, al ser consultado por la cuenta en el exterior que compartía con Nisman, Lagomarsino justificó esa situación diciendo que el fiscal "era muy persuasivo" y que "insistía hasta que lograba lo que quería".