ANIVERSARIO

Cromañón: el hecho trágico que detuvo el ascenso imparable de Callejeros

La banda de Villa Celina tenía tres discos editados hasta 2004 y una carrera que parecía no tener techo. Lo que cambió la tragedia y cómo siguió después.

Diego Geddes
por Diego Geddes |
Cromañón: el hecho trágico que detuvo el ascenso imparable de Callejeros

La noche en la que todo cambió para la historia de Callejeros y del rock argentino era el cierre de una serie de tres conciertos consecutivos. La banda había tocado "Sed", su primer disco, el día 28 de diciembre, siguió con el segundo disco, "Presión" el 29 de diciembre, y se preparaba para presentar "Rocanroles sin destinos", el 30 de diciembre. La consagración y la tragedia en un mismo acto.

La noche del 30 de diciembre de 2004 es un punto de quiebre en la historia de Callejeros. El incendio en el boliche Cromañón no solo se llevó la vida de 194 personas, sino que también marcó para siempre el legado de una banda que, hasta entonces, había demostrado un potencial artístico digno de trascender generaciones.

Un producto con la esencia independiente y la autogestión de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota pero con una cercanía mucho más directa con su público. Sin tanto misterio ni producción: los de arriba cantaban y se vestían como los de abajo.

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Los orígenes: de Villa Celina al corazón del rock barrial

Callejeros surgió en Villa Celina, en el conurbano bonaerense, en 1995. La banda comenzó a ganar notoriedad gracias a su habilidad para conectar con el público joven, que se sentía identificado con sus letras cargadas de realidad social, introspección y una buena dosis de poesía urbana. El menemismo primero y la crisis del 2001 después daban letra suficiente para la descarga de jóvenes desamparados.

La primera formación incluyó a Patricio "Pato" Fontanet (voz), Christian Torrejón (bajo), Elio Delgado (guitarra), Eduardo Vázquez (batería), Maximiliano Djerfy (guitarra), y Juan Carbone (saxo).

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Al principio empezaron a ensayar como "Río Verde", un guiño a la canción "Green River", de Creedence Clearwater Revival.

Si algo caracterizó a Callejeros fue su capacidad para plasmar la vida cotidiana y los sueños de quienes los seguían. Canciones como "Una nueva noche fría" o "Prohibido" son testimonios del talento lírico de la banda. La forma en que abordaban temas como la desigualdad, el amor, la amistad y las contradicciones de la vida en los suburbios tenía un atractivo universal que, combinado con su energía en el escenario, prometía convertirlos en un emblema del rock nacional.

El sonido distintivo: más que rock barrial

Musicalmente, Callejeros iba más allá del clásico rock barrial. Incorporaban saxofón, arreglos más sofisticados y una notable influencia de otros estilos, lo que les permitía generar un sonido fresco pero fiel a sus raíces.

Este enfoque, junto con la voz particular de Patricio "Pato" Fontanet, los convertía en una propuesta única dentro de la escena. Ese vibrato con reminiscencias del Indio Solari pero con una potencia renovada. Nada para perder.

El incendio de Cromañón puso fin abruptamente a una etapa de crecimiento exponencial para Callejeros. La tragedia no solo cambió la vida de los miembros de la banda, sino también el curso del rock argentino.

Y eso se reflejó tanto en sus canciones como en la recepción del público y la crítica. Su disco "Señales", lanzado en 2006, evidencia una evolución musical que podría haber marcado una nueva etapa de madurez artística si las circunstancias hubieran sido otras.

Aunque continuaron con la música, nada volvería a ser como antes. Primero se armó la banda "CJS", que jugaba con las consonantes de Callejeros pero también tenía un guiño para la situación judicial: "Casi Justicia Social" y hoy Fontanet está al frente de la banda "Don Osvaldo", junto a otros ex miembros de la banda.

Pero el peso de la tragedia marcó para siempre a Callejeros y también a un barrio: 33 de los 194 muertos en Cromañón tenían domicilio en La Matanza. De Villa Celina y de barrios cercanos como Vila Madero, Tapiales y Aldo Bonzi. Un ascenso que asomaba imparable y quedó trunco.

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