La propuesta es reciclar botellas de plástico para convertirlas en saborizante y de esta manera contribuir de una forma novedosa y sostenible al problema de los desechos plásticos. Este problema ha abierto varios debates en la comunidad internacional y varios países han prohibido su uso para detener la contaminación. Los investigadores creen que con este producto se impulsaría la economía circular, es decir, reducirán los desperdicios utilizándolos para producir nuevos productor y así crear un impacto positivo en el ecosistema.
Los científicos explican que la enterobacteria modificada transforma el ácido tereftalato en saborizante de vainilla a través de un proceso químico que se puede realizar en el laboratorio. Según estos expertos el ingrediente es apto para consumo humano, aunque todavía no está aprobado por las agencias reguladoras, ya que es necesario realizar los estudios correspondientes que lo certifiquen.