Estamos de acuerdo en que hablar de metaverso todavía suena a ciencia ficción, aunque cada vez menos, ya que el nuevo mundo virtual es una realidad que llegó para transformar la manera de interactuar con el mundo y entre la gente.
Estamos de acuerdo en que hablar de metaverso todavía suena a ciencia ficción, aunque cada vez menos, ya que el nuevo mundo virtual es una realidad que llegó para transformar la manera de interactuar con el mundo y entre la gente.
Desde recorrer los pasillos de un supermercado y agarrar el paquete de yerba para guardarlo en el carrito, hasta ingresar a una tienda de zapatillas y probarte el modelo que más te gusta. Estas y muchas otras actividades de la vida cotidiana de las personas, en el mundo real, ya son posibles en la virtualidad del metaverso.
Sin embargo, todavía, el término y sus alcances resultan lejanos para una gran parte de la población. Por eso, a continuación, te explicamos qué es el metaverso, a qué hace referencia y cómo funciona este nuevo mundo que promete cambiar la vida de los seres humanos.
Para saber qué es el metaverso, es necesario comprender lo que su significa. En ese sentido, la palabra “metaverso” es un acrónimo compuesto por “meta”, del griego que significa “después” o “más allá”; y “verso”, que se refiere a “universo”.
De esta manera, el término identifica a un universo que está más allá del que conocemos actualmente. En este caso, es un nuevo ecosistema virtual y tridimensional (3D) en el que los usuarios pueden interactuar entre ellos: trabajar, jugar, estudiar, hacer transacciones económicas y muchas otras posibilidades. Todo, de manera descentralizada.
Por cierto, es importante aclarar que el origen de la palabra metaverso no le pertenece a Mark Zuckerberg, propietario de Meta (ex Facebook), aunque hace unos años el creador de la red social decidió cambiar el nombre de sus empresas por Meta.
De hecho, el concepto de metaverso apareció hace décadas en el libro Snow Crash, una historia de ciencia ficción escrita por Neal Stephenson, que luego fue llevada al cine.
Por lo que, la movida del dueño de Facebook, permite interpretar la importancia que le da al futuro del mundo virtual.
Otro aspecto relevante es saber que cuando se habla de metaverso no se hace referencia a una plataforma o marca en particular, sino al concepto de espacio virtual.
De hecho, existen plataformas como Decentraland o The Sandbox, que están basadas en la tecnología blockchain, y que han desarrollado sus propios metaversos.
Por otro lado, aunque actualmente es fácil distinguir entre el mundo digital y el físico o entre lo online y offline, con la irrupción del metaverso se creará una frontera que combinará entornos virtuales y reales, y que permitirá realizar las actividades de la vida cotidiana, como trabajar, jugar, reunirnos con amigos, asistir a conciertos, acudir a eventos deportivos.
Si con internet es posible interactuar a través de la pantalla de la computadora, smartphone, tablet u otro dispositivo, sin restricciones de tiempo ni espacio -es decir, desde cualquier momento y lugar-, con el metaverso el límite de esa pantalla se desvanece.
Este mundo virtual ofrece una experiencia inmersiva, como la persona estuviera dentro de un videojuego y se mueve a través de un avatar que los representa y que es capaz de tocar y mover objetos, relacionarse con otras personas (avatares) e influir en el entorno.
Aunque es posible entrar al metaverso desde estos dispositivos mencionados, los lentes de realidad virtual y realidad aumentada, por ejemplo, ofrecen una experiencia todavía más real.
No obstante, más allá de la forma en que se accede al metaverso, lo diferencial está en lo que se puede hacer dentro de él, gracias a la Web3, como se conoce a la tercera generación de internet.
Es decir, mientras que la web 1.0 se basó en el hipertexto -links o enlaces- y la web 2.0, en la interacción -redes sociales-; la Web3 se basa en la creación e intercambio de activos digitales -como NFTs- utilizando tecnología blockchain.
Justamente, la cadena de bloques es la base para que el metaverso sea descentralizado y los usuarios y desarrolladores puedan ser los dueños de sus propios datos y contenido, así como poseer y comercializar tokens no fungibles, por ejemplo.