Pero lejos de eso, lo que tenía Soriano era un gran talento para la observación, los diálogos y la descripción de cierta identidad argentina.
Soriano nació en Mar del Plata, el 6 de enero de 1943, y murió en Buenos Aires, a los 54 años, a causa de un cáncer de pulmón. En su infancia vivió en San Luis, en Tandil, en Río Cuarto y en Cipoletti (su padre trabajaba en Obras Sanitarias y era trasladado a distintos puntos del país), y a partir de 1976 se exilió y vivió en París y en Bruselas.
Volvió a la Argentina en 1984 y desde 1987 escribió en Página12. Antes había pasado por las redacciones de La Opinión, Noticias y el Cronista Comercial. Era hincha de San Lorenzo, se casó con Catherine Brucher, una enfermera que conoció durante el exilio, y tuvo un hijo, llamado Manuel. A pesar de todos estos datos, una frase de Soriano podría desmentir toda esta información. “Yo no tengo biografía. Me la van a inventar los gatos que vendrán cuando yo esté, muy orondo, sentado en el redondel de la luna".
En ocasión del 20° aniversario de su muerte, el Ministerio de Cultura de la Nación eligió cinco libros fundamentales para conocer la obra de Soriano.
Triste, solitario y final (1973)
Stan Laurel, el actor ganador del Oscar que protagonizó junto con Oliver Hardy la famosa serie El Gordo y el Flaco, cree que, con sus 75 años, ha llegado el fin de su carrera como cómico. La única salida que se le ocurre es ir a ver a Philip Marlowe, el sagaz detective creado por el escritor estadounidense Raymond Chandler. Stan necesita saber por qué todo el mundo se ha olvidado de él.
En esta parodia formidable sobre el cine, las series y la narrativa policial todo puede pasar. Incluso que el autor se cuele en algunas escenas para divertirse un rato, de la misma manera que lo hizo Hitchcock en varias de sus películas.
No habrá más penas ni olvido (1978)
Publicada en el exilio, en 1978, esta breve novela narra una parodia de las luchas intestinas del peronismo. El filósofo Juan Pablo Feinmann dijo sobre el libro: "Esta novela noquea por la asimetría entre la dimensión de la tragedia narrada y el minimalismo de sus recursos narrativos. ¿Cómo narrar una guerra en la que todos se matan y mueren invocando a un Ausente?
Sólo Soriano supo hacerlo. Y lo hizo de la única manera posible: como si corriera. Porque perseguía hechos escurridizos. Y sabía que, si uno solo de ellos se le escapaba, no lograría reflejar cómo fue posible que un peronista muriera por la exacta, idéntica causa por la que él mataría a ese otro peronista que ahora estaba matándolo".
Cuarteles de invierno (1980)
Cuarteles de invierno es una ficción ambientada en un pueblo de provincia que narra a través de una amistad la atmósfera opresiva de régimen militar que comenzó en 1976. Escribí esta novela en Bélgica y Francia, entre 1977 y 1979, tratando de exorcizar lo que pasaba en la Argentina. Mi idea era poner en un mundo dictatorial a dos personas que, por su oficio, aparentemente están afuera de la política, como un cantor de tango y un boxeador.
El plan de ambos cuando llegan a Colonia Vela es hacer lo suyo, cobrar e irse. Su problema es que, una vez que están en el pueblo, toman conciencia de que la fiesta la dan los milicos. Cuarteles de invierno es una ficción ambientada en un pueblo de provincia que narra a través de una amistad la atmósfera opresiva de régimen militar que comenzó en 1976.
Artistas, locos y criminales (1983)
Reúne crónicas y artículos periodísticos publicados cuando Soriano trabajaba en el diario La Opinión, entre 1971 y 1974. La fiebre del oro en California, el hundimiento de Venecia, la estrategia de Laurel y Hardy para hacer reír o el último suspiro de Sonny Liston conviven en este libro con una serie de paradigmas y enigmas nacionales (Gatica, Robledo Puch, Perón visto desde varios márgenes, Mario Soffici, Lucas Demare, los asesinatos de Rucci e Ingalinella y hasta el nacimiento del club San Lorenzo de Almagro) y funcionan como un perfecto retrato climático de aquella Argentina convulsionada y palpitante de los primeros años 70, que el autor supo ver y entender como ningún otro escritor de la época.
El ojo de la patria (1992)
El espía argentino Julio Carré es un agente confidencial en París al que se le encomienda la misión definitiva: encargarse del transporte y entrega del Milagro argentino, que no es más que el cadáver resurrecto y robotizado de uno de los próceres de la patria, tema con el que Soriano pasa cuentas a la chocante tradición argentina de trastear con los excelentísimos cadáveres de sus figuras señeras (al respecto, por si hay dudas, consúltense las hemerotecas en busca de noticias sobre profanaciones de tumbas, secuestros de cadáveres, etc. de Perón, Evita y otros; noticias que siempre han dejado perplejo a quien escribe). En esta misión tendrá que morir, asumir personalidad y cara nuevas y enfrentarse a la oposición de servicios rivales.