En un fin de semana donde Alpine había trabajado para optimizar la puesta a punto en un circuito complejo, la secuencia de incidentes terminó tirando por la borda cualquier plan previo.
Ya fuera del auto, Colapinto no ocultó su frustración. El argentino describió la carrera como “un desastre”, y remarcó que nunca encontró grip a lo largo de las vueltas. Dijo que el monoplaza era prácticamente incontrolable, que la parte trasera se movía permanentemente y que cada intento de acelerar o frenar se convertía en una maniobra riesgosa.
Su testimonio reflejó con claridad la dificultad técnica que enfrentó desde el inicio. Incluso comentó que, a diferencia de otras carreras complicadas, esta vez la falta de adherencia era tan marcada que sentía que el auto no respondía a ninguna corrección.
A los problemas de rendimiento se sumó una nueva complicación en boxes. En la vuelta 26, Colapinto realizó su parada y recibió neumáticos medios, pero la detención fue lenta: los mecánicos tardaron cuatro segundos en completar la maniobra. Aunque parezca menor, en una Fórmula 1 ultracompetitiva estos retrasos pueden significar posiciones perdidas o la imposibilidad de enganchar un tren de autos que permita avanzar con rebufo. Es un punto que Alpine arrastra desde otras fechas y que el equipo ya reconoce como una prioridad para resolver de cara a la próxima temporada.
Mientras tanto, el ambiente festivo en Las Vegas contrastó por completo con el ánimo dentro del box de Alpine. El show de fuegos artificiales y la victoria de Max Verstappen apenas lograron disimular la frustración que se vivía en el garaje. Colapinto, visiblemente molesto, ironizó sobre el despliegue del evento y comentó que el brillo del espectáculo servía poco cuando la performance del auto dejaba más dudas que certezas.
Sin embargo, Briatore eligió dejar una puerta abierta al optimismo. De cara a la próxima fecha en Qatar, consideró que el circuito de Lusail podría adaptarse mejor a las características del monoplaza. Las curvas rápidas y los sectores fluidos suelen favorecer a un auto que muestra mayor estabilidad en velocidad constante que en frenadas bruscas, como las que abundaron en Las Vegas. Para Alpine, ese cambio de escenario representa una posibilidad de recuperar terreno y evitar que la frustración de Nevada se transforme en una tendencia prolongada.