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Centurión: el último incorregible del fútbol argentino

Hugo Balassone
por Hugo Balassone |
Centurión: el último incorregible del fútbol argentino

Un taco, un caño y un desgarro. Así se describen los minutos de Ricardo Centurión en la cancha de Lanús, cuando Coudet decidió su ingreso para asegurar el triunfo de Racing puntero. La vida de Centurión elige los bordes, dentro y fuera de la cancha. Los relatores podrán anticipar sin equivocarse que algo bueno o malo estará por sucederle. Nunca pasará inadvertido.

Los jugadores no procuran lesionarse jamás. Ni mucho menos eligen el momento para hacerlo. Hay futbolistas que se han lastimado en finales y otros, realizando el calentamiento previo a un partido. Cuando se lesiona Centurión la relación con su escasa contracción a llevar una vida sin excesos pasa por la cabeza. Y puede resultar un pensamiento prejuicioso y antojadizo. No solemos reparar, en tantos otros casos, de jugadores con lesiones musculares cuyas vidas privadas no despierten tanto ruido.

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Respecto de sus hábitos, y aún corriendo riesgos, los técnicos que lo entrenaron en la Argentina deciden valorarlo. Y ya no con la esperanza de tener a un profesional “cambiado”, si no aceptando sus deslices a cambio de un buen nivel futbolístico. Es que el sistema solo puede contener a jugadores de las calidades de Centurión.

No hay más espacio en la alta competencia para este tipo de casos. Solo se toleran si en la cancha resultan necesarios. No hay más espacio en la alta competencia para este tipo de casos. Solo se toleran si en la cancha resultan necesarios.

El juego de lo periférico, que también a él le gusta jugar, hasta pondrá en duda a quienes lo contrataron si valdrá la pena tener un jugador que desafía lo establecido, si por ello se acepte que el propio Víctor Blanco decida livianamente referirse a su enfermedad sin que el propio afectado le responda.

El sistema por ahora lo contiene a regañadientes. Algunos lo ayudarán de verdad, lo aceptarán con estas imperfecciones, y para otros definitivamente se tratará de un incorregible. El último quizás. Sólo su fútbol lo dejará con vida.

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