Todo comenzó en febrero de 2012, cuando la liga egipcia fue suspendida indefinidamente por un hecho violento y la Federación nacional decidió salir de gira con una selección sub-23. Programaron un amistoso en Basilea. Salah, quien tenía 19 años, fue convocado porque era una buena promesa. Le dieron 45 minutos y marcó dos goles. En Basilea no dudaron en apostar a su potencial y lo tuvieron una semana a prueba, antes de contratarlo.
Para 2014, el crack egipcio ya era una de las grandes figuras del fútbol suizo y había tenido un papel destacadísimo en la obtención del doblete de títulos (Liga y Copa) de la campaña 2012-2013. Eso llamó la atención del Chelsea de Mourinho, que pagó 13 millones de euros por su ficha.
No tuvo un buen paso por Stamford Bridge pese que llegó por órdenes de José Mourinho. No logró ganarse la confianza del DT portugués y, tras un año relegado a los banquillos de la Premier League, se fue cedido a la Fiorentina para facilitar el fichaje del colombiano Juan Guillermo Cuadrado por el club londinense.
Resurrección en Italia y explosión en Liverpool
Con Vincezo Montella como entrenador, Salah recuperó el autoestima y anotó ocho goles en 12 partidos. Eso le valió una cesión en la AS Roma, donde terminó de demostrar que tenía la capacidad para desequilibrar a cualquier defensa. En la capital italiana fue elegido como el Jugador del Año en la temporada 2015-2016 y el año pasado anotó 15 tantos y dio 11 asistencias.
Eso hizo que Jürgen Klopp pida su contratación inmediata para tenerlo en el Liverpool esta temporada. El club inglés pagó 52 millones de dólares y acertó notablemente con su fichajes. Sus números son dignos de un futbolista de la talla de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.