Es muy probable que algo de eso haya ocurrido con la inflación de prisiones preventivas con respecto a los ex funciononarios K. Se desnaturalizó la ley y se transformó en un ejercicio de fuerza.
Seguramente las causas de ello son múltiples. Pero una al menos tiene que ver con que no hay mecanismos de control específicos sobre el uso de la prisión preventiva. Los jueces controlan, desde su mirada personal, si hay riesgo de fuga o de entorpecimiento. Pero no van más allá, no se concentran en determinar si hubo abusos en la aplicación del derecho.
Por ejemplo, si miramos el caso de Zannini es muy difícil encontrar a un detenido por el delito de encubrimiento como lo fue su caso. En general, si el imputado no tiene antecedentes permanece en libertad. Ese es el razonamiento que utilizó el TOF 8 el viernes a la madrugada, cuando decidió su excarcelación.
Sin embargo, las juezas no analizaron si la prisión preventiva excedió el marco procesal o si estuvo motivada en otras razones.
Esa autocensura de los jueces con respecto a su pares revela un rasgo corporativo de la Justicia que no se controla a sí misma.