Durante el día, Agustina Aylén Fernández parecía una joven más que trabajaba en su puesto de panchos en Parque Centenario. Sin embargo, su vida nocturna ocultaba una trama delictiva que la llevó a celebrar su cumpleaños número 22 tras las rejas.
Agustina Fernández actuaba con dos cómplices y tenía antecedentes por robo. El detalle que condujo a su detención.
Durante el día, Agustina Aylén Fernández parecía una joven más que trabajaba en su puesto de panchos en Parque Centenario. Sin embargo, su vida nocturna ocultaba una trama delictiva que la llevó a celebrar su cumpleaños número 22 tras las rejas.
Acusada de ser la autora de al menos siete robos bajo el modus operandi de "viuda negra", Fernández utilizaba aplicaciones de citas para seducir a hombres, drogarlos y despojarlos de sus pertenencias.
Una de las víctimas, Gabriel, un hombre recién llegado de Israel, la conoció a través de Tinder. La cita fue el de enero de 2024, en su departamento de Almagro. Usando el nombre falso de "Rocío Blem", la joven lo sedujo con amabilidad y vino.
En un descuido, mientras él iba a la cocina por hielo, ella agregó clonazepam a su bebida. Gabriel despertó al día siguiente, confuso, sin sus pertenencias y con ayuda de un vecino médico, descubrió lo que había ocurrido.
Las cámaras de seguridad del edificio mostraron a Fernández mientras abandonaba el lugar con una bolsa de objetos robados y dos camperas. Esta evidencia se viralizó rápidamente y permitió comenzar a desenmascarar a la joven.
Entre abril de 2023 y julio de 2024, Fernández y sus dos cómplices, Sebastián Esteban Giménez (26) e Iván Matías Navarro (27), perpetraron múltiples robos similares.
La joven utilizaba diferentes alias y aplicaciones como Tinder, Happn y Badoo. Siempre pedía hielo y mientras ella drogaba a las víctimas, los hombres ayudaban en la logística de los robos. En algunos casos, también vaciaron billeteras virtuales de las víctimas.
Según una crónica del diario Clarín, la clave para dar con ella incluyó un análisis de transferencias bancarias, entrecruzamiento de llamadas y colaboración de plataformas digitales.
También resultó crucial la denuncia de otra chica que reconoció su foto en un perfil falso usado por la acusada. Finalmente, la Policía determinó su paradero al descubrir que trabajaba en un puesto de comida y tenía un hijo pequeño.
El 8 de enero, Fernández fue detenida en su lugar de trabajo. Una semana después, sus cómplices fueron capturados en una cooperativa de Barracas.
Fernández ya contaba con una condena en suspenso de tres años por robo a mano armada. Ahora enfrenta imputaciones por “robo triplemente agravado” y “hurto” en nueve casos. Sus cómplices también fueron procesados por “robo triplemente agravado”.