Una regla básica de los chistes es que si hay que explicarlos pierden la gracia. Lo sabemos todos, incluso quiénes no nos dedicamos al oficio.
Una regla básica de los chistes es que si hay que explicarlos pierden la gracia. Lo sabemos todos, incluso quiénes no nos dedicamos al oficio.
Ayer escribí un tuit relacionado con el tema del día: la creación de una Secretaría de la Resiliencia, hecho que finalmente fue descartado por el gobierno debido al escándalo que generó. Mi comentario era el siguiente.
Si bien estaba escrito en el estilo en el que los políticos suelen hacerlo (“me honra”) y lo arrobaba al presidente Alberto Fernández (@alferdez) como para darle entidad al ofrecimiento, el chiste estaba al final (“quedé en contestarle”) y era un guiño a la idea de la procrastinación, la acción de postergar, diferir y aplazar las decisiones, a pesar de tener la oportunidad de llevarlas a cabo.
Era también un guiño para algunos de mis seguidores en Twitter, porque desde 2018 escribo un newsletter que se llama Diario de la Procrastinación.
Bueno, no importó demasiado.
A las pocas horas tuve la primera mención en la que era tratado de ñoqui. Pensé que iba a ser la única pero no fue así.
Si bien la mayoría entendió el chiste, no pocos usuarios entraron en una secuencia de indignación absoluta. Ñoqui, parásito, más vagos en el Estado, por qué no se dejan de hacer secretarias y subsecretarias de la pindonga, el pueblo tiene hambre, ex país, otro choreo más e infinidad de otras descripciones.
A algunos les respondí siguiendo el juego y sumando argumentos cada vez más inverosímiles, como que con mi equipo nos íbamos a tomar seis meses para analizar las futuras decisiones, o que me podían enviar el CV todos aquellos que quisieran colaborar, pero no había apuro en hacerlo.
Ahora que la cosa se va calmando, algunas conclusiones:
1) Los políticos están muy alejados de la gente.
2) La gente está muy enojada con los políticos.
3) La gente cree que cualquier cargo es verosímil. Es decir que así como se creó una secretaría de la resiliencia se podría crear una secretaria de la procrastinación. Incluso cree que es factible que un funcionario pueda decir que se tomará seis meses para estudiar el plan de acción.
4) No poca gente tiene graves falencias de lectura y escritura, ni hablar de captar un registro irónico, y eso también es preocupante. No obstante, muchos políticos no ayudan con sus declaraciones. Sin ir más lejos, Alberto Fernández dijo que el viernes empieza la guerra contra la inflación. Algunos dijeron que era la primera acción concreta de la subsecretaría de la Procrastinación. Me reí.
5) A veces los detalles terminan siendo lo más relevante. Hago un planteo contrafáctico, como quien explica un chiste. Si la secretaría de la resiliencia hubiera sido "Secretaria de prevención y atención a enfermedades postraumáticas derivadas del Covid" quizás no hubiera llamado la atención de Nicolás Gadano (el tuitero que descubrió la secretaria de la polémica revisando el Boletín Oficial).
6) El padre de Fernando Melillo, quien iba a ser designado como secretario de Resiliencia, fue Aldo Melillo, uno de los creadores del concepto de "resiliencia", una idea históricamente asociada a la meritocracia y al neoliberalismo. Melillo cambió el significado de la palabra y le dio una entidad más progresista. Melillo padre falleció la semana pasada y quizás quién decidió crear la secretaría decidió homenajear a Melillo usando la palabra Resiliencia y el homenaje se convirtió en problema.
7) Cada vez más políticos usan la lógica de las redes sociales para actuar: no importa si algo es verdadero o falso, importa si es verosímil. Para mucha gente enojada con la burocracia estatal y con la "abundancia del Estado", cualquier ministerio o secretaría es posible.
8) Por último, un aviso de índole personal a la población.
"He decidido rechazar la oferta que gentilmente me realizara el presidente Alberto Fernández a través de su jefe de gabinete, Juan Luis Manzur. La Secretaría de la Procrastinación quedará para más adelante".