Para el oficialismo, el resultado es un espaldarazo que le permite encarar con más soltura la definición de candidaturas nacionales. La elección actuó como una suerte de PASO anticipada para los espacios no peronistas.
También quedaron en evidencia cambios en los liderazgos tradicionales. Mauricio Macri, líder del PRO, quedó desplazado frente al avance libertario.
Los cambios en el oficialismo
El resultado dejó en evidencia movimientos internos dentro del espacio pan-oficialismo (La Libertad Avanza vs. sus aliados). Muchos dirigentes del PRO ya empezaron a mirar hacia La Libertad Avanza como una alternativa con más futuro. Quedarse adentro del PRO ya no ofrece ningún incentivo real, para los dirigentes que tenían un pie adentro y un pie afuera. Para muchos que todavía tenían los dos pies adentro, vale la máxima que usó muchas veces el peronismo: "Te acompañó hasta la puerta del cementerio, pero no entro". La puerta serían las elecciones porteñas; el cementerio, las nacionales.
Javier Milei se consolidó como el máximo líder del antiperonismo. Si había alguna duda sobre si ese lugar era compartido con Macri, ahora se disipó. Por eso, ya el presidente descartó acuerdos con Macri e intentará atraer a sus dirigentes. "La idea es absorber, no negociar", comentó un referente libertario.
El PRO, en tanto, quedó golpeado no solo en votos sino también en imagen. La diferencia en apoyo entre Adorni y Lospennato fue elocuente, y puso en duda la capacidad de Macri de influir en las próximas discusiones de listas y alianzas. No solo no lo votaron: su estrategia fue un fracaso. Y eso se paga en política.
Las decisiones en el peronismo
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Juntos por el Cambio: referentes denunciaron a Cristina Kirchner, Axel Kicillof y Wado de Pedro por "traición a la patria" . (Foto: Télam)
El peronismo/kirchnerismo en su versión moderada recibió una señal preocupante después de las elecciones.
Leandro Santoro hizo toda su campaña intentando despegarse del kirchnerismo, para atraer votos independientes. Pintó su partido de verde y bajó del escenario a Cristina Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof... Pero la estrategia no funcionó: perdió votos respecto a 2023 y no logró convencer a su propio electorado de ir a votar.
Por eso, en estas horas en el peronismo bonaerense (que es el que tiene la próxima elección el 7 de septiembre) hay un debate abierto: ¿Fue un error la estrategia de Kicillof de desdoblar la elección provincial? ¿Cuánta gente va a ir a votar en provincia? ¿Va a poder poner en juego el peronismo su histórica capacidad de movilización para una elección de legisladores provinciales y concejales?
Hay dudas de que esas preguntas se puedan responder afirmativamente. Por eso, muchos dirigentes vuelven a mirar a Cristina Kirchner que se opuso a esa estrategia desde el principio. Igual no hay marcha atrás. Les guste o no, la expresidenta vuelve como eje de ordenamiento interno.
Capital político para avanzar en reformas
El mensaje fue claro: el electorado eligió entre dos grandes espacios. Las propuestas más tibias o las candidaturas personales quedaron relegadas. La Libertad Avanza y el kirchnerismo siguen siendo los polos dominantes, mientras los proyectos que van "por el camino del medio" se desdibujan.
Con este nuevo panorama, el oficialismo ganó capital político. Son ellos o nosotros. No hay grises. Seguramente esto le dé margen de acción en el Congreso: la debilidad del PRO y de la UCR como aliados limita los contrapesos internos. Ninguno de esos partidos podrá exigir lugares ni condicionar las decisiones principales del gobierno.
Eso le va a permitir al gobierno avanzar con más soltura en su agenda legislativa. Proyectos como reformas fiscales, laborales, cambios en el sistema previsional, reformas en seguridad y ajustes en el Estado o el nuevo blanqueo podrán ser impulsados con menos negociaciones previas.
La dinámica parlamentaria también cambia. Ya no será necesario un consenso amplio dentro de la coalición oficialista, sino que bastará con el respaldo interno de La Libertad Avanza y acuerdos puntuales con la oposición.
El resultado porteño marca un punto de inflexión. No fue una elección menor: su impacto ya está reconfigurando la disputa por el poder a nivel nacional y acelerando la puja por liderazgos dentro de cada espacio.
Lo que viene dependerá de cómo se reacomoden las piezas en cada fuerza. Pero el nuevo escenario ya está en marcha y todo indica que los resultados de la elección porteña serán una brújula en la gestión, por lo menos hasta las elecciones nacionales de octubre.