Casos de éxito

La familia que es sinónimo de vinos desde los años ´50 y hoy exporta a 60 países

Tres generaciones de Zuccardi se dedicaron a la industria vitivinícola. Cómo innovaron en sus viñedos y qué hizo que la calidad se mantenga a lo largo del tiempo y trascienda las fronteras.
Lionel Paredes
por Lionel Paredes |
La Familia Zuccardi cultiva más de 1.000 hectáreas de viñedos en las regiones de Valle de Uco (6 fincas en distintas zonas)

La Familia Zuccardi cultiva más de 1.000 hectáreas de viñedos en las regiones de Valle de Uco (6 fincas en distintas zonas), Maipú y Santa Rosa. (Foto Bodega Zuccardi)

Desde sus inicios y a lo largo de toda su evolución como empresa, Bodega Familia Zuccardi estuvo focalizada sobre cuatro objetivos: elaborar vinos de la más alta calidad, mantener una constante capacidad de innovación, trabajar en total armonía con el medio ambiente y ser útil a la comunidad dentro de la cual se desarrolla.

Los ejes de innovación y de ser útiles a su entorno se pueden comprobar desde sus orígenes. El Ing. Alberto Zuccardi comenzó a experimentar con nuevos sistemas de irrigación a partir del año 1950.

En Mendoza, el manejo del agua es algo estratégico dada su escasez, siendo una región con un promedio anual de precipitaciones de apenas 200 mm.

Don Alberto había arribado a esta provincia pocos años antes, procedente de su natal Tucumán. En ese lugar del norte del país se habían instalado sus bisabuelos, procedentes de la región italiana de Avelino.

En 1963, implantó un viñedo en la región mendocina de Maipú, con el fin de mostrar a los productores de la zona el funcionamiento de un sistema de riego creado por él.

Esto dio inicio a lo que se convertiría en la gran pasión de su vida.

La razón de ser

Desde un primer momento, Don Alberto y su esposa Emma fueron el sostén del emprendimiento familiar, que en 1968 daría un importante paso al comenzar la construcción de las instalaciones de la bodega.

En 1976, José Alberto, hijo del matrimonio Zuccardi se suma a la empresa familiar.

A partir de la década del ochenta, y anticipándose a los profundos cambios que se producirían en la actividad vitivinícola local e internacional, los Zuccardi decidieron encarar un proceso de trabajo paciente y sostenido: la reconversión de viñedos apuntando hacia la producción de variedades vitivinícolas de alta calidad.

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Viñedos de Piedra Infinita. (Foto: Zuccardi)

Viñedos de Piedra Infinita. (Foto: Zuccardi)

Esta decisión estratégica, liderado por José Alberto, daba su primer gran fruto, una marca de vinos que hoy representa a la Argentina en todo el mundo y que se encuentra entre las preferidas de los consumidores de nuestro país: Santa Julia, producida en honor a la única hija de José Alberto.

“Me enfoqué en elaborar vinos Premium. Este camino comenzó a dar grandes resultados a mediados de la década pasada, con el nacimiento de un proyecto para producir la primera línea de vinos de alta gama. Al mismo, la bodega lo denominó Zuccardi Q, por Quality, y me basé en la selección de las mejores parcelas de viñedos y de los trabajadores más experimentados para trabajar sobre las mismas. Fue así que en 1999 la bodega presentó Zuccardi Q Tempranillo, cosecha 1997”, recuerda José Alberto Zuccardi, director de Familia Zuccardi.

“Este vino tuvo el doble valor de ser su primera etiqueta de alta gama y el primer vino Ultra Premium elaborado localmente con Tempranillo, una variedad cultivada en el país desde el siglo XVIII, pero que no era tenida en cuenta a la hora de elaborar vinos de calidad superior”, explica.

Y agrega: “En los dos años siguientes, el segmento Zuccardi Q se completó con otras variedades como Malbec, Chardonnay y Cabernet Sauvignon, transformándose en una de las marcas de vinos argentinos más premiada a nivel internacional. Pocos años después, la bodega fue un pasó más allá, presentamos en el 2005 en Vinexpo, Francia su vino ícono Zuccardi Zeta, un corte de Malbec y Tempranillo que en ese mismo certamen obtuvo el premio como una de las diez revelaciones que se presentaron en la feria”.

El camino al éxito

A partir de la concreción del Proyecto Q, Familia Zuccardi inició una senda que no se ha detenido: la permanente introducción de variedades de uva no tradicionales en Argentina.

Además, de su historia con el Tempranillo, los Zuccardi han sido pioneros en introducir vinos varietales con cepajes como Bonarda, Viognier, Caladoc, Ancellotta y Marselán.

También –mediante la creación de nuevos productos- se distinguen por haber creado nuevas situaciones de consumo para el vino, habiendo logrado esto con el desarrollo del primer vino tardío de Argentina, el Santa Julia Tardío, y el primer vino Malbec fortificado del país, bajo la marca Malamado.

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José Alberto Zuccardi.

José Alberto Zuccardi.

A partir del año 2003, los nietos de los fundadores comenzaron a tener una participación activa en el desarrollo de la empresa familiar mediante el aporte de nuevos proyectos.

La Familia Zuccardi cultiva más de 1.000 hectáreas de viñedos en las regiones de Valle de Uco (allí cuenta con 6 fincas en distintas zonas), Maipú y Santa Rosa.

Desde esas zonas provienen las uvas que dan origen a los vinos de sus dos bodegas: Santa Julia (ubicada en Maipú) y Zuccardi Valle de Uco, erigida en Paraje Altamira, Departamento de San Carlos.

Su Innovación

Se trata de la única empresa de su tipo en Argentina que posee una bodega experimental en la que se desarrollan 35 nuevas variedades de vinos.

Asimismo, la bodega también posee 250 hectáreas propias de olivos. Cuenta con una colección de más de 100 variedades única en Argentina.

En su almazara de Maipú extrae sus aceites utilizando procesos mecánicos de última generación a temperaturas controladas y preservando bajísimos tiempos de traslado entre cosecha y molienda.

Cuenta además con una unidad de Investigación y Desarrollo para la producción de aceites a muy baja escala con el fin de estudiar la evolución de su colección varietal.

La empresa hoy en día produce dos millones de botellas anuales y exportan a 60 países, principalmente a Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Brasil.

“El vino no es solo la expresión de la tierra, del clima o de la variedad que se plante; sino que es, fundamentalmente, la expresión del conjunto de personas que intervienen en la elaboración, ya que no hay vinos de calidad sin gente de calidad. Es por ello que llevamos a cabo una activa tarea de desarrollo social, con el fin de favorecer las condiciones de vida de nuestros trabajadores”, subraya.

“Esta importancia del componente humano se combina con un cuidado absoluto de las condiciones medioambientales en las que la bodega desarrolla su actividad. Es por ello que actualmente nos encontramos enfocados hacia la agricultura orgánica, coexistiendo con el medio ambiente sin agredirlo y llevando adelante prácticas de cultivo totalmente sustentables”, finaliza.

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