Por Tomás Piqueras (*)
Convertirse en CEO antes de los 30 años puede parecer un desafío imposible, especialmente en tiempos de crisis. Sin embargo, esta experiencia personal ofrece valiosas lecciones de liderazgo para jóvenes. Cómo enfrentar los retos y desarrollar habilidades a una temprana edad para dirigir una empresa familiar o una PyME.
Por Tomás Piqueras (*)
Muchas personas que empiecen a leer esto pensarán, “si sos la tercera generación de una empresa familiar, qué fácil es dar consejos”. La realidad es que el camino hasta mi puesto actual de CEO no fue fácil. Asumí este rol que ocupo en el centro de un duelo profundo. Nadie quiere ser el número uno de una empresa si eso implica perder a su padre a los 23 años. Además, tuve un desafío extra que espero nadie vuelva a tener en nuestra historia mundial: enfrentar una pandemia con la urgencia vital de los hospitales y sanatorios de todo el país, trabajando para el sistema de salud.
Lo que puedo pensar hoy es que todo esto, tan desafiante y tan complejo, me dejó muchas enseñanzas. Por eso, me atrevo a esgrimir desde un lugar al que planeo acercarme enseguida, que es el de la docencia, algunos consejos para personas de menos de 30 años que deben o quieren asumir el rol de CEO.
Por empezar, es necesario hacer una experiencia no siempre agradable pero necesaria en puestos de alta presión. Es imprescindible desarrollar cierta resistencia y tolerancia en entornos complejos para convertirte en un gerente exitoso. Que te cueste dormir cuando termina tu jornada puede ser un incordio, pero es parte de este proceso.
Por supuesto, hay que aprender de la experiencia de los líderes de las generaciones anteriores. En mi caso, sentarme a trabajar con mi padre durante un par de años fue indispensable. Ahora sigo aprendiendo de mi abuela. Más que nunca, hay líderes en diferentes industrias dispuestos a transmitir sus conocimientos a quienes deseen recibirlos.
Capacitarse siempre y en forma constante. La educación no debe cesar nunca. Posgrados en el país y en el exterior y lecturas inspiradoras de modelos como Richard Branson, que fundó su primer emprendimiento a los 16 años, son solo algunas herramientas para no dejar nunca de formarse.
Sin dudas, quienes no superamos los 30 años debemos buscar un buen mentor. Muchos de los ejecutivos de alto nivel, que ahora ostentan cargos gerenciales en las empresas más grandes y poderosas del mundo, confesaron que necesitaron de mentores para ir superando diferentes etapas de sus vidas, tanto en sus trabajos como en el ámbito personal.
Para mí fue fundamental elegir las personas que hoy forman mi equipo de trabajo. No existe un buen CEO sin un equipo idóneo. Nuestros antecesores fueron mucho más verticalistas. En estos tiempos, la dinámica es y tiene que ser con pares capaces, con especialistas, cada uno en su área, que permitan que los CEO pensemos estrategias, confiando en que cada uno hace su trabajo de la mejor manera.
También es relevante aprovechar esta edad para asumir riesgos. Cambiar las estructuras, pasar de sistemas en los que todo tiene que pasar por un gerente general y rearmar la idea de cómo debe funcionar una empresa. Jugarse por nuevos horizontes, nuevas ideas atadas a las actuales tecnologías como la Inteligencia Artificial, ir por interlocutores que nuestros antecesores no imaginaban, son todas variables que un CEO joven puede tener en cuenta.
Por último, aconsejo profundamente disfrutar mucho del camino. No importa dónde comience o dónde vaya a terminar. Sin apasionarse por lo que uno hace, no hay éxito posible.
(*) El autor es CEO de Centro de Servicios Hospitalarios.