En el mes de Septiembre paradójicamente los motores de crecimiento fueron la demanda por sustitución de importaciones de bienes de consumo y la demanda externa. Sin embargo Octubre será un mes bisagra para medir el nivel de actividad en la industria PyME ya que es cuando la restricción a las importaciones y congelamiento de precios se han puesto en marcha.
Las PyMES ya han tenido inconvenientes para realizar importaciones. Por un lado, restricciones para ingresar piezas, partes e insumos, por otro, mayores obstáculos para pagarlas y finalmente, el incremento de los precios por parte de las navieras, entre otros motivos por la falta de contenedores a nivel mundial. Hay inconvenientes para conseguir en el mercado llantas, neumáticos, pinturas, vidrio, sillas, placas de video, tintas, entre otros.
Por su parte, los congelamientos de precios en góndola no son gratuitos para las PyMES proveedoras de insumos y materias primas de las grandes empresas. Básicamente el congelamiento de precios hasta el 7 de Enero genera que las empresas no acepten aumentos de listas hasta que se termine el congelamiento. Las PyMES no tienen musculatura económica ni financiera para sostener esa situación. En muchos casos recurren a mayor nivel de deuda generando un cuello de botella pero además como las empresas le pagan a 60 días como mínimo entran en un desequilibrio de costos, cuentas y problemas de financiamiento para reponer stocks.
De acuerdo al panel PyME que releva la CAME en el mes de Septiembre el porcentaje de empresas con rentabilidad negativa, pasó de 9% en agosto a 10,1% en septiembre (en julio había sido de 38%). Pero el 62,3% declaró tener rentabilidad positiva (suba mensual de 2,3 puntos) y el 27,2%, nula. El 10,5% restante negativa o nula. Por su parte, la proporción de industrias que declararon que su situación es mala o crítica alcanzó al 6%, el 35% la calificó como regular y 58% restante como buena.