Civilizaciones como la celta, la inca, la maya y la china registraban con precisión este momento. Lo usaban para organizar cosechas, rendir culto a los dioses o planificar ceremonias que intentaban “despertar al sol”, invocando su regreso. En Stonehenge, por ejemplo, las piedras están alineadas de forma tal que capturan la salida del sol en los solsticios, lo que sugiere que ya hace más de 4.000 años los humanos marcaban este momento con una reverencia casi religiosa.
La noche de los fuegos y el nuevo sol
Uno de los elementos más recurrentes en los rituales del solsticio de invierno es el fuego. Las culturas antiguas encendían fogatas no solo para combatir el frío, sino para simbolizar la luz en medio de la oscuridad. Era una forma de “ayudar” al sol a volver a brillar con fuerza, un gesto cargado de esperanza en tiempos donde el invierno podía significar escasez, enfermedades y muerte.
En Sudamérica, el pueblo quechua realizaba el Inti Raymi, la “fiesta del Sol”, en honor a Inti, la deidad solar. Esta celebración se mantiene viva hasta hoy en Cusco, donde miles de personas recrean los rituales vestidos con atuendos tradicionales. Algo similar ocurre con el We Tripantu, el Año Nuevo mapuche, que también se celebra entre el 21 y el 24 de junio, y marca el renacimiento del sol, de la vida y de la energía de la naturaleza.
Portales, energía y astrología
Más allá de lo astronómico, hay corrientes esotéricas y espirituales que consideran que el solsticio abre un “portal energético”. Según estas visiones, en esta fecha se produce un alineamiento cósmico que favorece la introspección, la limpieza de energías y la reconexión con uno mismo. Es un momento ideal para meditar, escribir intenciones, soltar lo viejo y sembrar lo nuevo.
Algunas ramas de la astrología vinculan el solsticio con un ingreso de energía transformadora. En particular, destacan que al comenzar el signo de Cáncer, regido por la Luna, se activa un tiempo de sensibilidad, familia y cuidado personal. Todo esto, en medio del frío y la oscuridad, parece invitar a volver al interior: de la casa, del cuerpo, del alma.
¿Y en la era digital?
Hoy, en plena era de la inteligencia artificial, las criptomonedas y los reels de 30 segundos, puede sonar extraño que todavía haya quienes celebren el solsticio con ramas de laurel, cristales y círculos de meditación. Sin embargo, cada vez más personas buscan revalorizar estos momentos como una forma de reconectar con los ritmos naturales que el calendario gregoriano nos hizo olvidar.
Desde reuniones en centros holísticos hasta publicaciones en redes sociales con frases como "recargá tu energía en esta noche mágica", el solsticio de invierno sigue presente, aunque con nuevas formas. Tal vez porque, en el fondo, seguimos necesitando rituales que nos marquen el tiempo, que nos digan que todo cambia, y que incluso la noche más larga también llega a su fin.