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Irritaciones en la piel: pueden ser provocadas por contacto con químicos, pasto, productos de limpieza o incluso por caminar en superficies calientes.
Humedad entre los dedos: cuando la zona no se seca correctamente después de un baño o un paseo bajo la lluvia, pueden aparecer hongos o infecciones bacterianas, generando picazón y molestias.
Estrés o ansiedad: algunos perros utilizan el lamido como un mecanismo de autoconsuelo, similar a las personas que se muerden las uñas o tamborilean con los dedos.
Procesos inflamatorios o alergias: ya sean alimentarias o ambientales, como el polen o los ácaros del polvo, suelen causar comezón y malestar en la piel.
Parásitos externos: pulgas, garrapatas o ácaros pueden desencadenar una fuerte irritación que lleva al perro a lamerse sin parar.
Lo más importante, subrayan los veterinarios, es no subestimar la conducta ni castigar al animal, ya que el lamido es su manera de intentar aliviar la molestia que siente.
Cuándo acudir al veterinario
Si un perro comienza a lamerse de manera persistente y el hábito se extiende por varios días, lo recomendable es acudir a un especialista. El veterinario es quien puede determinar si se trata de un problema físico, una alergia, una infección o un cuadro de estrés.
El diagnóstico suele incluir una exploración física detallada, análisis de piel e incluso pruebas de alergias. En algunos casos, también se evalúa el comportamiento del perro para descartar un problema de origen emocional.
Tratamientos más frecuentes
El tratamiento depende directamente de la causa detectada. Entre las medidas más habituales que suelen recomendar los especialistas se encuentran:
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Antihistamínicos o antiinflamatorios: utilizados en casos de alergias, brotes de dermatitis o procesos inflamatorios.
Cremas, sprays o shampoos especiales: indicados para calmar la picazón en cuadros de dermatitis atópica o infecciones leves en la piel.
Medicamentos antiparasitarios: si el origen es la presencia de pulgas, ácaros o garrapatas.
Cambios en la rutina diaria: más ejercicio, paseos, juegos y estímulos para reducir los niveles de ansiedad.
Dietas hipoalergénicas: cuando se sospecha de alergias alimentarias.
Los veterinarios insisten en que nunca debe automedicarse a un perro con remedios de uso humano, ya que esto puede agravar el cuadro en lugar de resolverlo.
Dermatitis atópica: la causa más común
Uno de los diagnósticos más frecuentes detrás del lamido compulsivo de patas es la dermatitis atópica canina. Se trata de una enfermedad inflamatoria y crónica que no tiene cura definitiva, pero sí puede controlarse para mejorar la calidad de vida del animal.
Esta patología suele estar asociada a una predisposición genética y se manifiesta con brotes de picazón intensa, enrojecimiento, caída de pelo y lamidos persistentes. Si no se trata a tiempo, puede derivar en infecciones más graves.
El tratamiento combina varias estrategias:
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Medicamentos para reducir la inflamación y la comezón.
Productos tópicos (champús, sprays o cremas) que calman la piel.
Higiene constante para evitar acumulación de humedad o suciedad.
En algunos casos, terapias de inmunoterapia o suplementos nutricionales.
El componente emocional: perros que se lamen por ansiedad
Más allá de las causas físicas, muchos veterinarios coinciden en que el estrés y la ansiedad juegan un papel fundamental en este hábito. Perros que pasan mucho tiempo solos, que no tienen suficiente estimulación mental o que viven en ambientes tensos pueden desarrollar conductas repetitivas como lamerse las patas, perseguirse la cola o morder objetos compulsivamente.
En estos casos, el tratamiento no solo debe enfocarse en la piel, sino también en mejorar el entorno del animal. Se recomienda:
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Aumentar los paseos y el ejercicio físico.
Incorporar juegos de inteligencia o juguetes interactivos.
Reducir los factores de estrés en el hogar.
En algunos casos, terapia conductual con etólogos caninos.
La importancia de la prevención
Para evitar que este comportamiento se convierta en un problema crónico, los especialistas aconsejan mantener una rutina preventiva:
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Revisar con frecuencia las patas del perro en busca de enrojecimientos, heridas o humedad.
Secar bien los espacios interdigitales después de baños o paseos en días de lluvia.
Mantener al día las desparasitaciones internas y externas.
Proporcionar una alimentación equilibrada y, de ser necesario, supervisada por un veterinario.
Garantizar que el perro tenga suficiente actividad física y mental.
Un llamado a los dueños responsables
En conclusión, un perro que se lame constantemente las patas no está “aburriéndose” ni “jugando”, sino que probablemente está intentando aliviar una molestia. Ya sea un problema cutáneo, una alergia, la presencia de parásitos o un cuadro de ansiedad, lo fundamental es no ignorar esta señal y buscar ayuda veterinaria lo antes posible.
Con un diagnóstico adecuado y el tratamiento correcto, la mayoría de los perros logra controlar este hábito y recuperar su bienestar. La clave está en que los dueños sepan interpretar el comportamiento de sus mascotas y actúen con responsabilidad.