De hecho, por ese motivo los países desarrollados abandonaron las metas de agregados monetarios y pasaron a metas de inflación. Lo que sucede es que la Argentina es un caso atípico y por ello no cuenta con la posibilidad de instaurar ese régimen.
Basta ver la experiencia de Alfonso Prat Gay y Federico Sturzenegger para comprobarlo. En la medida en que el público y las empresas estén cómodos con los pesos en su poder, las tasas podrán descender. Caso contrario, irán al alza. Esta semana que acaba de culminar lo demostró. Y a futuro ocurrirá lo mismo. El camino a las elecciones presidenciales estará marcado por una montaña rusa del dólar y de las tasas. El viaje puede ser frenético.
Por lo pronto se está transitando la época de mayor sequía de dólares. Para fines de marzo está previsto la llegada de las divisas de la cosecha de soja. A partir de entonces comenzará otra batalla: soja versus incertidumbre política. ¿La oferta de dólares puede satisfacer la demanda que sobrevendrá por las dudas que generen las elecciones presidenciales?
Y no hay que olvidar el tercero en discordia que es el contexto internacional. Puede ayudar a cualquiera de esos bandos en pugna. Si continúa el clima positivo para emergentes, más chances hay de que se le gane la batalla a la incertidumbre política.
Pero todo lo arriba mencionado es lo financiero. La economía va por otro carril. La esperanza oficial pasa por la recuperación del salario real. Las jubilaciones aumentan 11,8% en marzo. Todo se retroalimenta. La marcha de la economía juega un rol principal en la definición de las elecciones presidenciales. Bienvenidos a la montaña rusa.