La Avenida Avellaneda y sus alrededores, reconocidos como un polo comercial en constante efervescencia, atraviesan una crisis diaria que afecta tanto a comerciantes como a clientes: la falta de estacionamiento.
La falta de estacionamiento en la zona comercial de Avenida Avellaneda se volvió un problema crónico. Los manteros y las prácticas irregulares complican aún más la situación.
La Avenida Avellaneda y sus alrededores, reconocidos como un polo comercial en constante efervescencia, atraviesan una crisis diaria que afecta tanto a comerciantes como a clientes: la falta de estacionamiento.
Desde las primeras horas de la mañana, encontrar un lugar para dejar el auto en esta zona del oeste porteño se convierte en una verdadera odisea. Según revela un informe periodístico de A24, el problema no solo responde a la alta concurrencia de vehículos, sino también a las prácticas irregulares.
Los "trapitos", que exigen alrededor de 5 mil pesos por el supuesto "cuidado" de los autos, y los comerciantes, que reservan espacios para carga y descarga con bidones, sillas o cajones a modo de mojones improvisados, profundizan el caos. También están los manteros, que usan la calle para poner sus productos.
En Flores, la doble fila se volvió parte del paisaje diario, con vehículos estacionados a ambos lados de la calzada. Aunque el personal de tránsito intenta regular la situación mediante multas, la medida no ha logrado frenar el desorden en la zona.
“Es imposible estacionar acá sin pagar o discutir con alguien. Prefiero dejar el auto lejos y caminar”, comenta a A24 un conductor habitual que suele visitar los locales comerciales.
El ingenio criollo también tiene su lugar en este improvisado "mercado persa urbano". Ante la falta de control, algunos conductores optan por negociar con los "trapitos" o aceptar sus condiciones, aunque estas prácticas sean ilegales.
“Los comerciantes necesitan cargar mercadería, pero eso no significa que puedan apropiarse de la calle. Es un abuso”, señaló indignado un vecino de la zona.
Mientras tanto, los conductores pierden tiempo buscando un lugar donde estacionar y también enfrentan costos adicionales por las tarifas impuestas de facto.