Historias de vida

Tiene tres hijas, quedó viudo y pide ayuda en la puerta de un banco para "sobrevivir"

Héctor Rojas busca trabajo, pero al mismo tiempo carga con la imposibilidad de no tener con quién dejar a las nenas. Por eso, sobrelleva su difícil situación con donaciones que recibe de la gente.
Quedó viudo y con tres hijas: sobrevive con la ayuda de la gente mientras busca trabajo (Foto: La Nación).

Quedó viudo y con tres hijas: "sobrevive" con la ayuda de la gente mientras busca trabajo (Foto: La Nación).

Héctor Rojas enviudó en 2021 y quedó a cargo de sus tres hijas: Rocío, de 12 años, y las gemelas Sheila y Jaqueline, de 10. Duermen en la habitación de una casa que funciona como pensión, donde apenas entran dos cuchetas. Mientras el hombre se encuentra en la búsqueda de un trabajo, actualmente sobrevive con las donaciones que le hace la gente en la puerta de un banco, en el que suele situarse de lunes a viernes junto a las chicas. No tienen otro ingreso.

“Me da vergüenza contar lo que hago”, expresó Héctor a La Nación, donde hizo conocida su historia, al precisar que "los primeros días del mes" es cuando más ayuda recibe, y que "después del 28 son los peores".

“Pago 12.000 pesos por mes, más los 3.000 para la garrafa. Hay meses en los que cuesta mucho juntar esa plata. No nos alcanza y tengo miedo de que cualquier día de estos, volvamos a la calle”, detalló.

“Venimos acá y saludamos a la gente. No pedimos nada, solo saludamos: así como se escucha. Y la gente nos ayuda con lo que puede. Con eso, sobrevivimos”. Hace una pausa y continúa: “Porque esto es eso: sobrevivir”.

Héctor busca trabajo y una escuela con más carga horaria para sus hijos

QFJ4P6R5URC7BDLEYIO5HBGYMY.jpg

Héctor, mientras tanto, se encuentra en la búsqueda de trabajo. También, de una escuela que sea de ocho horas para que las chicas puedan estar en un lugar seguro mientras él no está en la casa. “Muchas veces la gente anota mi número y me pregunta si quiero buscar un trabajo. Les digo que sí, que por supuesto. Pero tengo un problemita: ¿con quién dejo a las chicas? Ellas van a la escuela solo cuatro horas y no tengo a nadie que me ayude”.

Puedo laburar de limpieza, de ayudante de pintor, de podar, de barrendero. Tengo esa experiencia. Pero necesito saber a dónde van a quedar ellas esas ocho o diez horas. Quiero que estén bien. Si no, no puedo estar tranquilo,” explicó.

Según relató a La Nación, en la semana, Héctor levanta a sus hijas, las ayuda a prepararse y las lleva en colectivo a la escuela para que puedan almorzar en el comedor antes de entrar al aula. Luego, vuelve a las 16.30 para retirarlas, dado que van a clases media jornada: esas cuatro horas.

Las gemelas están en 3° grado y Rocío, que es hipoacúsica, en 4°. Nunca tuvo la atención que requiere: no tiene implante coclear, ni audífonos, ni maneja aún la lengua de señas. Se comunican mediante un lenguaje casero, entre ellos. Hace poco empezaron a ir todos los viernes a que le enseñen, pero según Héctor están recién empezando: “Es como si estuviéramos en primer grado”.

En la escuela, Rocío no tiene una maestra integradora que le brinde la ayuda que necesita, por lo que quieren que la niña se cambie a una escuela especial. Desesperado, Héctor les pidió “por favor que esperaran al menos hasta el año que viene".

“No sé cómo voy a hacer para llevarlas a dos colegios distintos”, agregó.

La ilusión de Héctor y sus hijas

Cuando llegó la pandemia, Héctor y Sonia se separaron. Él, Rocío y Alex (otro hijo), se fueron a vivir a lo de una hermana suya. Sonia y las gemelas, a lo de un tío de ella. Poco tiempo después supo que Sonia había vuelto a quedar en situación de calle con Jaqueline y Sheila.

Sonia tenía diabetes y estaba medio anémica, muy flaquita. Cuando la encontré, se estaba muriendo. La traje para acá, estuvo una semana con nosotros, la llevé al hospital y falleció. Gracias a Dios, las gemelas estaban conmigo”, contó. Recordó que cuando fue a buscarlas, miró a Sonia y le dijo: “La calle no es futuro”.

Jamás voy a tirar la toalla. Si pudiera conseguir un trabajo y que las nenas estén en un colegio la jornada completa, podríamos vivir como una familia digna, tener un lugar propio donde vivir. Yo quiero una familia, digamos... normal. Va a costar, pero ojalá que nos ayude alguien”, concluyó.

Se habló de