"Estoy siguiendo una aventura de nazismo latinoamericano que empezó con un libro muy famoso que se llamó El retorno de los brujos, que hace alusión a las raíces esotéricas del nazismo. A partir de ahí fui tirando una serie de hilos que me fueron llevando a unos títulos raros. Hay un autor, Miguel Serrano, que escribió sobre hitlerismo esotérico y tiene libros como Los ovnis de Hitler contra el nuevo orden mundial, o Nacionalsocialismo, única solución para los países de América del Sur".
La fórmula de este tercer libro prometía ser invencible: este tipo de historias y personajes, tamizadas por la mente brillante y retorcida de Busqued. En la entrevista habló con fascinación de otros personajes, expedicionarios de la Antártida, fascistas, nazis. Busqued miraba para entender.
Durante la entrevista, que se hizo a propósito del lanzamiento de Magnetizado, Busqued hablaba de sus tres libros como un conjunto.
"La idea que yo tenía de este libro (en referencia a Magnetizado) es que a futuro podía funcionar bien como un vértice en un triangulito con una segunda novela que estoy escribiendo".
Desde que se conoció la noticia de su muerte me puse a pensar en Ricardo Melogno, el protagonista de Magnetizado. En el encuentro, Busqued habló con un cariño especial por su figura. Lo había entrevistado durante tres años, visitas semanales o quincenales que derivaron en un vínculo personal. Después del a publicación del libro, Busqued siguió en contacto con él.
"La empatía mía con él viene de ciertas cosas en las que yo me reconozco. Él cuenta que le gustaba irse al techo o caminar 50 veces la misma manzana. Eso lo hago yo, salir a caminar, me da vergüenza cuando me cruza alguien conocido, voy con la cabeza perdida. Esa vergüenza de que te vean así, esa percepción del mundo como que es un lugar de los otros, eso lo tengo. Él es mucho más extremo en su sensibilidad, pero ahí siento que tengo algo de qué charlar con él. Esa cosa de que la escuela es una verga, de que no te importa nada. Yo era así. Me iba a leer a la biblioteca, no quería saber una mierda con nadie, hay una empatía ahí".
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Carlos Busqued 1970-2021.
Entre sus dos libros pasaron 10 años. Ese tiempo era parte de un proceso que tenía que ver con la edición pero también con una idea de comprender el material con el que estaba trabajando (las entrevistas con Melogno o los capítulos de Bajo este sol tremendo). En palabras de Busqued, ordenar los "ladrillitos".
"Hay dos etapas para escribir en la dinámica que me ha tocado ejercer, vos producís una serie de “ladrillitos”, elementos con los que vas a construir algo después, pero no sabés el orden. Llega a un momento en que llegás a ese orden, pero hasta entonces es todo angustia, sufrimiento… ¿A dónde va todo esto?, te preguntás. Cuando encontrás a dónde va y hay un orden, hay un momento que me encanta y es cuando vas sacando todo lo que escribiste, eso es lo más lindo del planeta".
Busqued era un hombre extraño, tímido y provocador. En la primera mirada, un raro. Hablaba con pasión de los aviones de guerra. Conocía detalles sobre aviones rusos, japoneses, británicos. Diferenciaba modelos y capacidades. Ahí era locuaz. Pero atrás de todo, de ese saber y también de su imagen hosca, gigantona y barbuda, achinada por la marihuana, había una evidente fragilidad y hasta cierta ternura.
"Yo lo único que quiero es llegar a mi casa, escabiarme una birra y estar callado. El encuentro con la gente me cansa, tengo que no confundirme con otro, no dejarlo colgado. Darle bola a la gente es un laburazo, me agota un poco. Pero no lo digo de superado. Simplemente no es mi costumbre, mi cotidianidad".
"Uno escribe para que lo quieran, para que piensen bien de uno, para quedar bien. Hay una manera más fácil de hacerlo, que es hablar bien de vos en el libro. Ahí yo quedo bien pero yo leo este libro y digo, este es un forro. Yo quiero que me admiren, pero admirame después de cerrar el libro y decí "que gordo hijo de puta, mirá el libro que escribió".