Molesto, intentó llegar por su cuenta separándose del pelotón junto a otros hombres. Pero no pudo avanzar ante los tanques nazis y retrocedió para reunirse con los demás.
El 25 de agosto llegó en un jeep al Ritz, entró con un fusil ametralladora y anunció que venía a liberar en persona al hotel. El Ritz había sido requisado en 1940 por las fuerzas alemanas. Claude Auzello, director del hotel, corrió a atender al escritor. <<señor, los="" alemanes="" se="" marcharon="" hace="" tiempo="" y="" yo="" no="" lo="" puedo="" dejar="" entrar="" con="" un="" arma="">>, señaló Auzello a Hemingway. </señor,>
El ganador del Nobel no lo pensó dos veces. Alzó los hombros, regresó al jeep, dejó la ametralladora, volvió a entrar y pidió un Dry Martini.