Aniversario

A tres años del estallido en Chile, por qué el pedido de cambio se tornó una frustración importante

En octubre de 2019, los violentos reclamos sociales sacudieron a ese país. El saldo fue de 33 muertos. La reforma constitucional se pidió y se rechazó con el mismo fervor. El balance amargo de aquella revuelta.
Roberto Adrián Maidana
por Roberto Adrián Maidana |
Chile

Chile, a tres años del estallido tiene cuentas pendientes como la reforma de su constitución (Foto: Archivo)

"Ha habido esfuerzos durante todos estos años, sin lugar a dudas, no pretendo negarlo. Pero todavía no concretamos las reformas que resuelvan la debilidad de los derechos sociales de los chilenos y chilenas". El claro diagnóstico pertenece al actual presidente de Chile, Gabriel Boric. Fue parte de su mensaje al cumplirse tres años del estallido social que conmocionó al país trasandino.

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Gabriel Boric, el actual presidente de Chile, con un ejemplar de la Constitución rechazada. El desafío de llegar a una nueva carta magna que supere la de la dictadura (Foto: Gentileza La Izquierda Diaria)

Gabriel Boric, el actual presidente de Chile, con un ejemplar de la Constitución rechazada. El desafío de llegar a una nueva carta magna que supere la de la dictadura (Foto: Gentileza La Izquierda Diaria)

El 18 de octubre de 2019, Chile estalló con una ola de reclamos que cambió la realidad de un país que parecía un modelo de desarrollo económico en la alternancia política democrática. La mecha que incendió a la sociedad fue el aumento del pasaje del colectivo.

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El 18 de octubre de 2019 comenzó el estallido en Chile por profundas reformas sociales (Foto: Gentileza El comercio)

El 18 de octubre de 2019 comenzó el estallido en Chile por profundas reformas sociales (Foto: Gentileza El comercio)

Durante varios meses, el país vivió una convulsión con epicentro en Santiago, su capital. El Gobierno se vio desbordado y muchos episodios de violencia tuvieron una contracara aún más grave: las violaciones a los derechos humanos que se produjeron por parte de las fuerzas de seguridad. Los carabineros, principalmente. Hubo 33 muertos, miles de heridos y causas judiciales que siguen abiertas por esos abusos.

A tres años de ese estallido, el balance tiene un sabor amargo porque los cambios exigidos a la clase política –encabezada por el entonces gobierno de Sebastián Piñera– quedaron en una frustración importante: la promesa de una nueva Constitución para reemplazar la que dejó la dictadura de Augusto Pinochet aún es una cuenta pendiente.

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El estallido de 2019 causó 33 muertos, miles de heridos y causas abiertas por violaciones a los derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad (Foto: Archivo)

El estallido de 2019 causó 33 muertos, miles de heridos y causas abiertas por violaciones a los derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad (Foto: Archivo)

El estallido, los pedidos de igualdad y las primeras reformas

Las protestas comenzaron de pronto y ganaron en potencia. Eso derivó en una onda de violencia, destrozos y descontrol. El gobierno de Piñera no comprendió que la transformación económica de Chile tapó un problema de fondo: la desigualdad se mantenía o ampliaba en un país que era el “modelo regional del progreso en democracia”.

Por eso, las fuerzas de seguridad tampoco estuvieron a la altura. Regresaron los excesos –incluso, violaciones a mujeres en lugares de detención– que eran propios de la dictadura. El gobierno reaccionó días más tarde. Convocó a los partidos políticos con representación parlamentaria para comenzar a darles solución a los reclamos.

El 25 de octubre, 1 millón de personas salió a la calle. La mayor manifestación popular desde el regreso de la democracia. Algo tenía que cambiar de manera profunda en Chile.

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Un millón de personas se manifestó en Santiago de Chile, el 25 de octubre de 2019 (Foto: Gentileza La tercera)

Un millón de personas se manifestó en Santiago de Chile, el 25 de octubre de 2019 (Foto: Gentileza La tercera)

  • La suba del pasaje quedó desactivada.
  • Se aprobaron paquetes de ayuda de emergencia.
  • Hubo procesos abiertos contra la represión ilegal.
  • Piñera levantó el estado de excepción que había decretado.

Y lo más importante para el futuro inmediato: reformar la Constitución de Chile de 1990. Actualizarla y, sobre todo, incorporar nuevos derechos para la sociedad de ese país.

El desgaste de Piñera y un cambio de ciclo

El gobierno quedó agotado con la protesta. Los reclamos populares incluso desgastaron al Partido Socialista, la alternancia desde el regreso de la democracia, el 11 de marzo de 1990.

Así, apareció la alternativa clara para un cambio de ciclo: la izquierda más combativa, con el PC a la cabeza, pasó a tener una oportunidad para llegar al poder. Entre sus líderes surgió Gabriel Boric, con apenas 33 años. Dirigente estudiantil, fue uno de los principales actores de las protestas de ese sector contra la administración de Michel Bachelet en 2009.

Durante el estallido de 2019, ya parlamentario, Boric se negó a integrar la mesa de diálogo convocada por Piñera hasta que levantara el estado de excepción.

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El 78% de los chilenos votó a favor de tener una nueva Constitución, pero el fallido de su redacción hizo que fuera rechazada en un plebiscito el pasado mes de septiembre por el 62% de la población (Foto: Gentileza El líbero)

El 78% de los chilenos votó a favor de tener una nueva Constitución, pero el fallido de su redacción hizo que fuera rechazada en un plebiscito el pasado mes de septiembre por el 62% de la población (Foto: Gentileza El líbero)

La nueva Constitución: una esperanza fallida

Piñera cumplió con los compromisos planteados para la redacción de una nueva Constitución. El plebiscito de octubre de 2020 determinó que el 78% aprobaba la necesidad de la reforma y el 79% la convención constituyente.

La conformación de la convención constituyente preanunció el cambio de ciclo político para Chile. La izquierda, unida entre todos sus sectores, con el aporte de independientes y los representantes de los pueblos originarios, dominaron la Asamblea. Entre ellos estaba “Apruebo dignidad" y en esa alianza, la Convergencia social (integrante del Frente Amplio) de Boric.

Mientras avanzaba la nueva redacción de la Carta Magna a fines de 2021, Chile celebró su elección presidencial. En la segunda vuelta, realizada el 19 de diciembre de 2021, Boric se impuso a José Antonio Kast. Logró el 55.8% de los votos, el mayor caudal en la historia democrática de ese país.

Boric anunció un plan progresista de gobierno, con subas de impuestos a los sectores más pudientes para financiar ayudas a los más necesitados. También prometió una reforma integral al sistema de salud y previsional que puede significar el fin de las AFJP.

Pero el golpe duro para su gestión llegó el pasado 5 de septiembre. La nueva Constitución fue rechazada en un referéndum. Votó el 80% de la población y el “rechazo” ganó con el 62% de los votos. El mandatario, que se comprometió en la campaña por la aprobación, quedó debilitado.

La nueva Constitución no vio la luz. Con el mismo entusiasmo con que Chile votó por una nueva Carta Magna (78%) en 2020, dos años después fue rechazada (62%). La clave está en una redacción que no satisfizo las expectativas. Desde la definición del país como un “estado plurinacional” hasta transformaciones como el poder Legislativo en unicameral y muchos nuevos derechos sociales, todos quedó en un limbo.

Ahora resta el desafío de remediar esa discrepancia. Cómo redactar una Constitución que sea fruto del consenso para reflejar la nueva sociedad de Chile. La que dijo basta con un estallido en 2019. Pero que aún sigue buscando el mejor camino para el cambio.

El presidente Boric, en tanto, pasa por su peor momento de popularidad, pero acierta cuando dice: "Las demandas y malestar de fondo siguen vigentes y tenemos que hacernos cargo".