Escocia tiene un problema grave con la adicción y va en aumento. Glasgow parece ser la ciudad más complicada por el uso de las drogas duras. Ya hay quienes se inician en con la cocaína y pasan rápidamente a la heroína.
Escocia tiene un problema grave con la adicción y va en aumento. Glasgow parece ser la ciudad más complicada por el uso de las drogas duras. Ya hay quienes se inician en con la cocaína y pasan rápidamente a la heroína.
Esto ha llevado a que Escocia tenga un promedio de 245 muertes por sobredosis cada millón de habitantes. El más alto de Europa.
Por eso, las autoridades sanitarias han decidido poner en marcha un plan ambicioso, pero que entraña mucho riesgo: autorizarán el consumo de drogas como cocaína y la propia heroína, pero con una estricta supervisión del sistema médico estatal.
Creen que si son agentes de salud los que hacen la entrega y seguimiento de las drogas, podrán lograr que se reduzca el número de los adictos y que no caigan en manos de los traficantes.
En Escocia, las cifras alarman. En pocos años, aumento un 300% el número de consumidores de drogas, desde la marihuana hasta las más duras. En el caso de la cocaína, su daño creció de manera exponencial.
En 2008, solo el 5% de las muertes precoces se relacionaban con sobredosis de cocaína. Pero desde entonces no paró de aumentar y, en la actualidad, el 30% de las muertes en jóvenes se debe a sobredosis de esa droga.
Es por eso que inicia este plan que ha despertado no pocas críticas. Como aumenta el número de personas que se inyecta heroína en la vía publica, además de consumir cocaína, el Gobierno habilitó una sala especial para tratar este problema. En Hunter Street, en la zona oeste de la ciudad, habrá un lugar especializado en el que se permitirá que los usuarios consuman sus propias drogas bajo vigilancia de profesionales de salud especializados.
Las reuniones serán una suerte de "adictos anónimos", con la esperanza de evitar casos de sobredosis, sacar a la drogadicción de las calles y reducir el número de adictos a largo plazo.
Pero la primera objeción del programa tiene que ver con que se trata de administrar drogas duras a personas con adicción. La cocaína y especialmente la heroína generan una dependencia que se va exacerbando. Por más que se haga un control, ¿qué pasará con esas personas a medida que se hagan más adictas? ¿Van irremediablemente a un destino final muy triste?
Otro de los temores es si a un adicto, que va en aumento en sus necesidades, de pronto se le pone un tope por su propia salud. Si su voluntad está ya deteriorada, puede que abandone ese lugar de control y caiga nuevamente en manos de los vendedores de estupefacientes por las calles de Glasgow.
Es la gran pregunta de todas las sociedades frente al flagelo de la droga. Las políticas duras, con policías y sanciones, parecen ir detrás de los hechos. Pero favorecer el acceso a las drogas que deterioran a la mente y al cuerpo hasta matar a una persona choca con la alternativa de lograr con el "remedio" algo peor que la "enfermedad".
En Ámsterdam, la experiencia de legalizar el consumo de marihuana nunca se despegó de esta polémica. Ahora, los habitantes de la ciudad reclaman un cambio en esa legislación. Su ciudad aparece saturada -y más violenta- por aquellos que la han tomado como un centro para ir a drogarse sin temores, lo que ha afectado el nivel de vida de los habitantes, desbordados por el turismo por de esas características.
Pero Escocia creen que se pasó un punto límite. Con Glasgow a la cabeza. El Ministerio del Interior del Reino Unido subraya que "no hay forma segura de consumir drogas ilegales". No es seguro que se mejore la salud de los adictos, que disminuya el consumo o que baje la delincuencia que trae aparejado el conseguir dinero para comprar drogas.