Iglesia

El trágico final del hombre que no quería ser Papa

Juan Pablo I enfrentó sus propios temores para llevar adelante una revolución en El Vaticano. Pero ese cambio radical que propuso solo duró 33 días
Roberto Adrián Maidana
por Roberto Adrián Maidana |
Albino Luciani

Albino Luciani, el cardenal que no quería ser papa, sucedió a Pablo VI. Como Juan Pablo I quiso renovar a la Iglesia, pero murió apena 33 días más tarde de su elección (Foto: Archivo)

"Y si resultara que me eligen a mí, contestaría: "Lo lamento. No acepto". Esa era la determinación de Albino Luciani, el cardenal que llegó al cónclave en la capilla Sixtina en 1978 solo para votar por otro candidato. Pero según la tradición Católica, el Espíritu Santo guió a los cardenales a decidir rápidamente quién debía ser el nuevo papa. Justamente, Albino Luciani, a partir de ese momento, Juan Pablo I.

Albino Luciani nació en 1912 en Canale d'Agordo, un pueblo de montañas a 120 km. al norte de Venecia. Cuando solo tenía dos años, estalló la Primera Guerra Mundial. Su familia sufrió muchos padecimientos: "Ninguno podría llegar a sospechar jamás el hambre que yo he conocido", le dijo a los periodistas en sus primeros días como el heredero de Paulo VI en el Vaticano.

Su madre murió cuando Albino tenía 6 años. Su padre volvió a casarse con una mujer muy devota. Con ella, el joven Luciani encontró su vocación pastoral.

Un simple pastor, convertido en Santo Padre

Fue así que ingresó en el seminario de Feltre. Luego pasó al seminario mayor de Belluno. El 7 de julio de 1935, a los 23 años de edad, Albino Luciani se ordenó sacerdote.

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"Apenas ha comenzado el peligro para mí" dijo el papa Juan Pablo I, en su primer mensaje como obispo de Roma (foto Archivo)

El Patriarca de Venecia

Luciani obtuvo un "magnum cum laude" y se convirtió en doctor en teología. Es un dato para tener presente. Porque cuando fue elegido Papa, los cardenales de la Curia lo veían como una persona de escasa formación teológica y de usar un lenguaje demasiado simple para el Santo Padre.

Sin embargo, esa simpleza en el mensaje y su simpatía, traducida en su sonrisa constante, hacían que llegara con gran entusiasmo a los fieles.

Tuvo un espaldarazo muy importante. Juan XXIII, el "Papa bueno", fue patriarca de Venecia. Conocía ya en Roma, la buen a figura que causaba Luciani en la tierra en la que él antes actuó.

Por eso lo nombró al frente del episcopado de Vittorio Veneto. Ese paso, le permitió participar de un acontecimiento único, revolucionario para la Iglesia Católica.

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El obispo Albino Luciani, al frente de la diócesis de Veneto en 1959 (Foto: Archivo)

El obispo Albino Luciani, al frente de la diócesis de Veneto en 1959 (Foto: Archivo)

El concilio Vaticano II

Juan XXIII sorprendió a todos, hacia afuera y especialmente hacia adentro de la Iglesia. Tenía 77 años cuando fue ungido como papa. Para muchos sería una mera etapa de transición en El Vaticano.

Pero Juan XXIII no perdió el tiempo. Sacudió el tablero cuando convocó a todos los obispos del mundo para "aggiornar a la iglesia de Pedro".

Tres mil prelados se dieron cita en Roma en 1962. Albino Luciani, estuvo en esa cita que duró más años que el breve pontificado del "papa bueno". Trabó relación con muchos de sus colegas. Entre ellos Karol Wojtyla.

El Concilio le dio un carácter ecuménico a la Iglesia de Roma. La abrió a las otras religiones monoteístas. Como el islamismo y el judaísmo. Y propuso una serie de reformas que su muerte en 1963 le impidieron ver. Pero abrió una caja de Pandora. Muchos, dentro de la jerarquía vaticana no aceptaron estas reformas. Albino Luciani, sí, las tomó como propias. Poner a la Iglesia del lado de los humildes.

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Pese a su conocimiento erudito, eligió siempre el camino del mensaje directo y la simpatía para comunicarse con los fieles (Foto: Archivo)

Pese a su conocimiento erudito, eligió siempre el camino del mensaje directo y la simpatía para comunicarse con los fieles (Foto: Archivo)

Un ascenso trascendental

El nuevo Papa, Paulo VI, lo nombró en el lugar que ocupó en su momento Roncalli antes de ser Juan XXIII: el patriarcado de Venecia. Allí Albino Luciani conoció a un oscuro personaje dentro de la Iglesia, que estaría ligado a todos los escándalos financieros de la Santa Sede: el arzobispo norteamericano Paul Marcinkus.

En 1972, cuando Luciani era el patriarca de Venecia, se produjo un hecho que quedaría grabado en su memoria. La "Banca Católica Veneto" era considerada como suyo por parte del clero veneciano. Sin embargo, cambió de manos, sin que la jerarquía de la iglesia lo supiera o tomara decisión alguna. El nuevo dueño pasó a ser Roberto Calvi (vinculado a los dineros sucios en Italia que involucraron a la mafia y a la logia P2 de Licio Gelli ).

La venta se ordenó desde Roma. Por decisión del titular del Instituto de Obras para la Religión (IOR). Popularmente conocido como el "banco Vaticano". su director no era otro que Paul Marcinkus.

Luciani retuvo siempre ese episodio.

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Albino Luciani, ya como el papa Juan Pablo I saluda a la multitud desde el balcón de la Basílica de San Pedro (Foto: Archivo)

Albino Luciani, ya como el papa Juan Pablo I saluda a la multitud desde el balcón de la Basílica de San Pedro (Foto: Archivo)

Llega el momento inesperado

El 6 de agosto de 1978 murió el papa Pablo VI.

Luciani, ordenado cardenal en 1973 debió bajar a Roma para participar del cónclave que habría de designar al sucesor para la silla de Pedro.

La conformación del colegio cardenalicio se demoró hasta el máximo de lo permitido por el reglamento canónico. Fue la manera que los sectores conservadores encontraron para tantear un posible sucesor de Pablo VI. El cardenal Luciani no entraba en sus planes, todo lo contrario. Pero el grupo de purpurados progresistas, especialmente aquellos de latinoamérica, tenían otro objetivo.

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"El papa de la sonrisa", así quedó para siempre por su sencillez y humildad, pese a que quiso reformar a pleno a la Iglesia Católica (Foto: Archivo)

Una elección rápida y renovadora

Ese verano boreal fue de extremo calor en Italia. La Capilla Sixtina debe ser sellada por completo una vez que se proclama "extra omnes" ("fuera todos", en latín). solo permanecen los cardenales, enclaustrados hasta recibir la inspiración divina que les permita elegir al nuevo patriarca del Catolicismo.

Fue uno de los Cónclaves más breves de la historia. Solo dos días. Apenas 4 votaciones para conseguir la "fumata bianca" (humo blanco) que anuncia a los fieles en la plaza de San Pedro que hay un nuevo papa.

El sector conservador decantó su candidatura hacia Giuseppe Siri, un cardenal opuesto a los avances abrazados por el Concilio Vaticano II.

Pero para sorpresa de ese grupo, apareció un contrincante inesperado: Albino Luciani. El primer día - 25 de agosto de 1978 - terminó sin una proclamación, pero los votos entre ambos se fueron achicando.

En la mañana del 26 de agosto, una tercera votación comenzó a "aclarar la mente de los cardenales". Luciani era el hombre. El cardenal de Venecia sufría internamente. Le había pedido expresamente a sus colegas que pensaran en otra persona. No se sentía capacitado para conducir los desafíos de la Iglesia.

Pero su pedido no fue atendido. La cuarta votación, por la tarde dio una clamorosa victoria para Luciani, según los trascendidos - que siempre ocurren - sobre la decisión de los cardenales.

Luciani no pudo contestar como se dice en el inicio de esta nota.

"Que Dios los perdone por lo que han hecho por mí" , dijo antes de aceptar. Eligió el nombre compuesto de Juan Pablo I, en homenaje a sus dos predecesores.

Cuando salió por el balcón de la basílica de San Pedro, dijo una frase significativa.

"Ayer por la mañana vine a la Capilla Sixtina a una jornada tranquila. No imaginaba esto que me ha sucedido. Apenas ha comenzado el peligro para mí". Sus palabras tendrían otro sentido, apenas 33 días más tarde.

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El museo de su memoria guarda una de sus últimas notas, el día de su muerte (Foto: Archivo)

El museo de su memoria guarda una de sus últimas notas, el día de su muerte (Foto: Archivo)

La transformación de la Iglesia

Juan Pablo I siempre pensó que su pontificado sería muy breve. Así lo interpretó por una visión que le relató Sor Lucía, la religiosa portuguesa que junto a otros dos pastores afirmaron ser testigos de las apariciones de la Virgen en Fátima. Eduardo, su hermano, contó años más tarde que la "visión" era de una breve misión como papa.

Por eso tomó una serie de decisiones con rapidez. Preparó una definición innovadora para aceptar la planificación familiar dentro de la fe católica. Es decir, utilizar los métodos anticonceptivos. Muchos lo tomaron como inaceptable.

Pero además, pidió un relevamiento completo de todo el funcionamiento vaticano. Sobre todo, las finanzas, para poner los recursos de la Iglesia en favor de los más humildes.

En esa serie de informes reapareció el viejo nombre de Paul Marcinkus, el rematador del banco del Veneto. Marcinkus ya tenía serios cuestionamientos por los manejos del IOR.

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Paul Marcinkus, el arzobispo norteamericano que manejó de manera irregular el Banco Vaticano. Enemigo declarado del papa Juan Pablo I (Foto: Archivo)

Paul Marcinkus, el arzobispo norteamericano que manejó de manera irregular el Banco Vaticano. Enemigo declarado del papa Juan Pablo I (Foto: Archivo)

Manejos irregulares e inaceptables

El arzobispo Marcinkus, inamovible figura del banco vaticano, estaba siendo investigado por el FBI de EE.UU. por manejos poco claros con el dinero de la Iglesia. Vinculada estrechamente al aún más irregular Banco Ambrosiano de Calvi. También el fisco italiano había puesto sus ojos sobre el prelado norteamericano. Pero no podían detenerlo en virtud de la inmunidad diplomática que le confería ser funcionario del Estado Vaticano.

Por esas casualidades de la vida, Marcinkus nació en 1922 en Cícero, en las afueras de Chicago. El lugar en que al Capone estableció uno de sus bases operativas desde un año antes.

Un informe del FBI calculaba que los manejos y giros irregulares de Marcinkus con la banca del Vaticano llegaban hasta los US$ 950 millones.

Juan Pablo I decidió sacarse de encima a Marcinkus. Figuraba expresamente en una lista de cambios en la curia que le dio a su secretario de Estado, el Cardenal Villot.

“Dios es padre pero más es madre”

La frase, pronunciada en la oración del Ángelus, el 10 de septiembre de 1978 provocó conmoción en los más conservadores y entusiasmo en los reformistas del catolicismo.

El papa dijo para aclarar su pensamientos: "Dios sólo quiere hacernos bien, a todos. Y los hijos, si están enfermos, tienen más motivo para que la madre los ame."

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Su pontificado duró solo 33 días, pero el esbozo de sus reformas le valió ser tapa de la revista Time (Foto: Archivo)

Su pontificado duró solo 33 días, pero el esbozo de sus reformas le valió ser tapa de la revista Time (Foto: Archivo)

El abrupto final

Juan Pablo I experimentaba puntadas en el pecho desde los tiempos en que llegó como patriarca a Venecia. Pero su salud no era un problema para la Santa Sede. El papa tenía 65 años, era joven, pero siempre se sintió abrumado por la responsabilidad otorgada por los cardenales.

Contaba con el apoyo irrestricto de sus colaboradores inmediatos: el padre Diego Lorenzi que lo acompañaba desde Venecia y el padre John Magee, agregado a la secretaría pontificia. Ambos jóvenes estaban preocupados porque sabían que Albino Luciani había emprendido una revolución con los cambios que tenía pensado realizar.

De nuevo, cobran especial valor los recuerdos de su hermano Eduardo: "Después de su elección como Pontífice, continuaba haciendo referencia al hecho que se iría muy pronto. Parecía que lo sabía con total seguridad”.

En la noche del 27 de septiembre de 1978, el papa se fue a acostar con unas notas de un discurso inminente. Posado sobre la cama, Tenía hasta sus lentes colocados.

Una muerte que aún hoy aviva polémicas

Sor Vicenza Taffarel, una de sus asistentes, como de costumbre dejó una taza de café bien oscuro en la sacristía. Así Juan Pablo I, comenzaba cada día. Pero en la mañana del 28 de septiembre, la bandeja estaba intacta.

Aquí es donde difieren los relatos. No hay acuerdo sobre si Sor Vicenza fue la primera en ingresar y ver el cuerpo sin vida del papa. O si tras ser avisado, el primero en entrar fue su secretario Magee.

Pero no hay dudas sobre como encontraron al pontífice: muerto sobre su cama, con la misma ropa del día anterior y con almohadones bajo su espalda, la luz encendida, anteojos puestos y papeles en la mano.

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Juan Pablo I, muerto apenas 33 días de haber sido electo. La polémica por cómo murió aún se mantiene (Foto: Archivo)

Juan Pablo I, muerto apenas 33 días de haber sido electo. La polémica por cómo murió aún se mantiene (Foto: Archivo)

El único informe médico

Stefania Falasca, curadora del museo en memoria del "papa de la Sonrisa", asegura que Juan Pablo I no fue envenenado. Habla de una receta a distancia dada por su médico ante los dolores persistentes en el pecho. Murió como consecuencia de un infarto durante la noche.

Sin embargo, el registro de la farmacia interna del vaticano no consigna que ese día se haya suministrado ningún tipo de medicamento para el papa.

También se discute si al papa se le practicó una autopsia o no, como suele suceder con los sumos pontífices.

El escritor David Yallop, en su libro "En nombre de Dios", plantea que Juan Pablo I fue asesinado esa noche. Sostiene que la descripción de cómo fue encontrado y el semblante de su rostro no corresponden a una persona que sufre un infarto mortal.

Otro dato: Se afirma que al Juan Pablo I se le prescribió un vasodilatador. Pero era hipotenso. ¿Cómo se le pudo dar un vasodilatador a un hipotenso, como Luciani? Bastaría para producir la muerte" se pregunta Yallop.

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El papa trabó una buena relación con Karol Woityla, arzobispo de cracovia y su sucesor como Juan Pablo II (Foto: Archivo)

El papa trabó una buena relación con Karol Woityla, arzobispo de cracovia y su sucesor como Juan Pablo II (Foto: Archivo)

Nota final: El 26 de agosto, cuando se produjo la “fumata bianca” por la elección de Albino Luciani como el Papa Juan Pablo I, se celebraba el día de la virgen negra de Czstochowa. Es la patrona de los polacos.

El 14 de octubre comenzó un nuevo cónclave en la Capilla Sixtina. La virgen de Czstochowa jugó un papel más determinante. El 16 de octubre de 1978, tras dos días de deliberaciones, Karol Woityla, sorprendía al mundo. Iniciaba su misión pastoral de casi 27 años. Juan Pablo II, el papa polaco.