Perfiles

Un niño, un buitre y un fotógrafo: la historia detrás de la imagen que impactó al mundo

El reportero gráfico Kevin Carter saltó a la fama por la crudeza del retrato y terminó con su vida de forma inesperada tras ganar un Pulitzer. Durante décadas, el final del bebé fotografiado también fue un misterio.
Ayelén Bonino
por Ayelén Bonino |
De un lado

De un lado, la famosa foto de Kevin Carter. Del otro, el padre del pequeño Kong Nyong. 

En marzo de 1993, el periodista gráfico Kevin Carter viajó a Sudán y se dirigió a la frontera para retratar “el Triángulo de la Hambruna”, donde el gobierno islámico llevaba a cabo una guerra con las tribus Nuer y Dinka. El avión en el que viajaba aterrizó por media hora en la aldea de Ayod, una comunidad en el estado Fangak.

Allí, el joven comenzó a sacar fotos y se adentró en los arbustos. Escuchó un gemido y vio a una presunta niña sobre la tierra en las cercanías de un centro de alimentación. Mientras se agachaba para fotografiarla, un buitre aterrizó cerca de ella. Con cuidado de no molestar al pájaro, esperó unos 20 minutos y se posicionó para obtener el mejor ángulo.

Después de tomar sus fotografías, Carter ahuyentó al animal, se sentó debajo de un árbol, encendió un cigarrillo, habló con Dios y lloró. Días después, The New York Times publicó la imagen y miles de personas llamaron al diario para preguntar qué había pasado con el bebé.

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La famosa foto de Kevin Carter que publicó The New York Times en 1993.

La famosa foto de Kevin Carter que publicó The New York Times en 1993.

La foto se convirtió en un símbolo del sufrimiento de África y fue aclamada, pero al mismo tiempo la opinión pública se volvió en contra del fotógrafo por no socorrer a la criatura. A pesar de haber obtenido reconocimiento en todo el mundo, Kevin Carter estaba agobiado por el estrés de su oficio y de su vida personal. Su final fue trágico.

Kong Nyong: ¿Qué pasó con la niña y el buitre?

Aunque la foto era famosa en todo el mundo, se sabía poco de su protagonista. En principio, se pensaba que era una nena que había muerto bajo las garras del animal. “La niña se recuperó lo suficiente para continuar con su viaje a pie una vez el buitre fue espantado de la zona; no sabemos si consiguió su objetivo de llegar hasta el centro de alimentos de Naciones Unidas”, escribió en 1993 The New York Times citando las palabras del propio Carter.

Recién en 2011 se logró develar la verdad. El periodista Alberto Rojas del medio El Mundo viajó a Sudán para rastrear la historia. En Ayod habló con decenas de pobladores y con el commisioner local, una especie de alcalde y general militar. En sus primeros días de viaje, descubrió que no se trataba de una niña, sino de un chico llamado Kong Nyong. Los habitantes del lugar lo reconocieron por la forma de sus orejas y le dieron la ubicación de su familia.

Una vez en la vivienda, un hombre alto y de piel gruesa le confirmó el dato: “Es mi hijo”, le dijo el padre del pequeño en la lengua nuer, mientras agarraba la imagen. “Si la sigo mirando, no podré dormir esta noche”, expresó en relación a la reconocida foto. Según se desprende de aquella crónica publicada en El Mundo, ni su familia ni el poblado sabían de la existencia ni de las repercusiones que había tenido por décadas el famoso retrato.

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El padre de Kong Nyong, el protagonista d ela foto de Kevin Carter. (Fuente: El Mundo).

El padre de Kong Nyong, el protagonista d ela foto de Kevin Carter. (Fuente: El Mundo).

El periodista supo, además, que el niño no había muerto bajo las garras del animal ese día. Creció hasta cumplir catorce años y falleció por una fiebre. Cuando se sacó la foto, el nene tenía dos años. “Era la gran hambruna. La gente venía a Ayod para poder comer algo de lo que traían en los aviones. No había nada que llevarse a la boca”, explicó su padre.

Años atrás, el día que Kevin Carter descendió en el pueblo, el pequeño se encontraba junto a su tía en el feed center local (un centro de reparto de comida que la ONU) para recibir la ración que necesitaba. El bebé no estaba solo al momento de la fotografía, ya que cerca de él encontraba la mujer buscando comida. “Mi hijo no corría ningún peligro en aquel momento”, recalcó el padre.

El bebé llevaba, además, una pulsera de plástico en su brazo derecho, las mismas que usaban en el feed center para agrupar a los chicos según sus necesidades. Kong Nyong estaba registrado en la central de comida ya que tenía malnutrición severa. Fue el tercero en llegar al lugar, se recuperó, sobrevivió a la hambruna y también al buitre. Kevin Carter jamás se enteró de todo esto.

¿Qué le pasó a Kevin Carter? El trágico final

La imagen fue determinante en la vida de Kevin Carter, un joven que nació en Suráfrica en 1960, dos años antes de que Nelson Mandela empezara su condena de 27 años de cárcel. Según cuenta el periodista inglés John Carlin, quien también hizo coberturas en Sudáfrica, al llegar a la adolescencia Carter entendió la injusticia que vivía por entonces la región.

Cuando cumplió 24 años tomó al fotoperiodismo como su caballito de batalla contra el apartheid y comenzó su carrera en las poblaciones negras de las periferias de ciudades como Johanesburgo, que se convirtieron por esos años en campos de batalla. A él y a sus tres amigos fotógrafos, Ken Oosterbroek, Greg Marinovich y João Silva, los llamaban “el Bang Bang Club”. Según Carlin, hacían fotos espeluznantes y se exponían a peligros extremos.

De acuerdo a datos de The Guardian, a pesar de ser arrestado con frecuencia por infringir las prohibiciones sudafricanas de informar, Carter se sentía atraído por el conflicto. Su tumultuosa vida laboral lo llevó, también, a extremos de euforia y depresión que se mezclaban con el consumo intenso de drogas para sobrellevar su profesión.

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El fotógrafo Kevin Carter.

El fotógrafo Kevin Carter.

La calidad de sus imágenes lo hicieron sobresalir. Fue el primero, por ejemplo, en documentar una ejecución por Necklacing en Sudáfrica, término utilizado para denominar la práctica extrajudicial de matar a una víctima con una rueda de goma alrededor de sus brazos y pecho, y prenderla fuego.

También logró capturar parte del momento en que tres miembros del Afrikaner Weerstandsbeweging (o Movimiento de Resistencia Africano) eran ejecutados mientras intentaban invadir la región de Bophuthatswana antes de las elecciones sudafricanas de 1994, aunque se quedó sin rollo en medio del tiroteo.

Por esos años tumultuosos, Kevin Carter transitaba un estado emocional delicado y comenzó una serie de errores laborales que minaron su propia confianza. En una oportunidad llegó a perder un rollo con una cobertura a Nelson Mandela para la agencia Reuters. Su novia, Kathy Davidson, también estaba molesta por su constante consumo de drogas y le pidió un tiempo. El hombre tenía, además, una pequeña hija de seis años que mantener.

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El fotógrafo Kevin Carter, en plena acción.

El fotógrafo Kevin Carter, en plena acción.

Lo inesperado llegó el 12 de abril de 1994, cuando el New York Times lo llamó para decirle que había ganado el Pulitzer por su foto en Sudán. Cuando la editora de fotografía Nancy Buirski le dio la noticia, Carter se limitó a hablar de sus problemas personales. "¡Kevin! ¡Acabas de ganar un Pulitzer!”, lo frenó ella, según consignó la revista Time.

Seis días después de la noticia, su mejor amigo, el también renombrado fotógrafo Ken Oosterbroek, murió en un tiroteo en Thokoza y Carter quedó destruido. Por esos meses tuvo que lidiar, además, con las críticas. Algunos periodistas afirmaron que su premiación había sido una "casualidad", alegando que había creado el cuadro para obtener la imagen de cercanía con el buitre. Otros cuestionaron su ética. Fuera donde fuera, le hacían la misma pregunta: “Y después, ¿ayudaste a la niña?”. El asunto se convirtió en un agobio.

“Es la foto más importante de mi carrera, pero no estoy orgulloso de ella, no quiero ni verla, la odio. Todavía estoy arrepentido de no haber ayudado a la niña”, solía decir. Hundido en una profunda depresión, no podía trabajar, caía en errores absurdos y llegaba tarde a las entrevistas.

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Kevin Carter mira a su cámara.

Kevin Carter mira a su cámara.

Tras su salida de Reuters, Carter terminó firmando para la agencia francesa Sygma, pero no conseguía otra imagen tan impactante como la de Sudán. El 27 de julio de 1994, el joven hizo retroceder su camioneta Nissan roja contra un árbol de goma azul en el Field and Study Center, cerca del Braamfonteinspruit, un pequeño río que corta hacia el sur a través de los suburbios del norte de Johannesburgo. Había jugado allí cuando era niño.

Kevin Carter conectó una manguera al tubo de escape y lo pasó por la ventana del lado del pasajero. Entró al vehículo y encendió el motor. Luego, puso música en su walkman, se tumbó de lado y usó una mochila como almohada.

En una nota de despedida, escribió que estaba "deprimido", "sin teléfono", "sin dinero para el alquiler o para la manutención" de su hija. Además reveló que estaba "atormentado por los recuerdos vívidos de los asesinatos y los cadáveres y la ira y el dolor", "del morir del hambre o los niños heridos, de los locos del gatillo fácil, a menudo de la policía, de los asesinos verdugos". Por último, concluyó: "Me iré a unir con Ken, si tengo suerte". Kevin Carter murió a los 33 años de edad. Jamás se enteró del agradecimiento de la familia de Kong Nyong por retratar su historia.