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Daniel Polette comenzó a violar a Valerie cuando ella tenía 12 años.
Producto de las reiteradas violaciones, la joven quedó embarazada a los 17 años y, al enterarse, su madre la echó de casa, por lo que Polette y ella se fueron a vivir juntos a Baudemont. Se casaron y tuvieron cuatro hijos. En su libro, titulado Tout le monde le savait (Todos lo sabían), Valérie narró la violencia y agresiones que sufrió.
Contó, por ejemplo, que durante una Navidad él la golpeó con un martillo por una guirnalda que no funcionaba. En otra oportunidad, la estranguló, pese a estar embarazada, hasta dejarla inconsciente. "Una mañana en el comedor comenzó a gritar porque no guardé los juguetes del bebé. Se volvió hacia mí y me abofeteó con fuerza sin previo aviso", detalló Bacot.
Sus cuatro hijos también sufrieron una vida de amenazas y maltrato. En dos ocasiones acudieron a la gendarmería a denunciar a su padre. A ellos, como a su madre, nadie los escuchó.
Valérie Bacot: violaciones, prostitución y punto final
Lo peor sucedió cuando Polette se jubiló de su trabajo y obligó a Valérie a prostituirse en la parte trasera de una camioneta Peugeot 806 en las carreteras de la provincia. “Si no has vivido este tipo de vida es difícil de entender. Cuando tu vida diaria se reduce a los golpes, amenazas, insultos y humillaciones terminas siendo incapaz de pensar“, contó ella en su libro.
El punto final llegó cuando la menor de sus hijos, de 14 años, le confesó a su mamá que Polette había comenzado a preguntarle sobre su vida sexual. Bacot sintió que el hombre repetiría los abusos y violaciones con su propia hija.
El 13 de marzo del 2016, la mujer le pegó a Polette un tiro en la nunca. Fue después de que su marido la amenazara tras obligarla a acostarse con un hombre en un área de descanso de la autopista local. La mujer enterró el cadáver en un lugar solitario con la ayuda del novio de su hija y sus dos hijos de 16 y 17.
La policía la descubrió días más tarde. Bacot fue arrestada y admitió el homicidio. La mujer fue llevada a juicio por el cargo de asesinato. Permaneció en prisión durante un tiempo, pero después de un año fue liberada y se le permitió esperar su condena con una pulsera en el tobillo.
Valérie Bacot: una condena con libertad
A fines de junio de este año, el Tribunal del departamento de Saône-et-Loire la condenó a cuatro años de cárcel, tres de ellos con remisión de pena. Ese día, Valérie Bacot quedó en libertad debido al tiempo que ya había pasado detenida. Tras el fallo, sus hijos se precipitaron hacia ella con lágrimas de alegría.
“Todavía no me lo creo. No sé cómo podré vivir. No sé si podré salir del infierno en el que he estado viviendo. Pero mis hijos me ayudarán. Ellos son toda mi esperanza”, fueron sus primeras palabras luego de la sentencia. "Empieza un nuevo combate para otras mujeres. No me siento aliviada, sino agotada, física y mentalmente", agregó a la salida del Palacio de Justicia de Saône et Loire.
Bacot se enfrentaba a la posibilidad de ser condenada a cadena perpetua, pero tras el anuncio de la breve condena el público presente rompió en aplausos y las ovaciones continuaron cuando la mujer salió del tribunal. Antes de que comenzaran las audiencias, una petición había logrado reunir más de medio millón de firmas para que no volviera a la cárcel.
“Esta mujer, que no estaba programada para ser violenta, lo fue a pesar de sí misma y, sobre todo, a pesar de la poca protección que tenía desde los doce años e incluso antes”, expresó entonces Janine Bonaggiunta, la abogada de Valérie, al medio Le Figaro.
“Las autoridades dejaron que este hombre pudiese hacer un gran daño con total impunidad. Nadie estuvo allí para protegerla, ni en la infancia ni en la adolescencia. Su propia madre fue cómplice de las locuras cometidas por el padrastro”, concluyó.
Los hijos de Bacot fueron condenados por un tribunal de menores a seis meses de prisión exentos de cumplimiento por haber ayudado a enterrar el cuerpo y ocultar el acto. Hoy, todos buscan reiniciar su vida en libertad.