Panorama

El segundo mandato de Donald Trump y el inicio de una nueva (e imparable) era mundial

Donald Trump asumió un nuevo mandato en condiciones muy diferentes a la de su gestión anterior. ¿Por qué esta vez el mundo cambió para siempre?

Pablo Winokur
por Pablo Winokur |
El segundo mandato de Donald Trump y el inicio de una nueva (e imparable) era mundial

Donald Trump ya es nuevamente presidente de los Estados Unidos. Arranca su segundo mandato, convirtiéndose en el primer presidente norteamericano en la historia moderna del país con dos mandatos no consecutivos.

El Trump que llega al poder en 2025 es muy diferente al que gobernó entre 2017 y 2021.

¿Qué cambió?

En 2017, Trump asumió tras una inesperada victoria en algunos estados clave, aunque la mayoría de los votos fueron para Hillary Clinton. Esta vez, no solo ganó en el Colegio Electoral, sino también en el voto popular.

Si en su primer mandato parecía una anomalía del sistema, un error, una sucesión de eventos desafortunados; ahora se consolida como un fenómeno político con impacto global.

En aquel momento, enfrentó protestas sociales desde el primer día. Era observado con desconfianza por su propio partido y tuvo que negociar para armar su gabinete. Hoy, en cambio, asume sin resistencias: el progresismo observó en silencio atónito y sin capacidad de respuesta.

Además es el líder indiscutido del Partido Republicano y armó su gabinete sin concesiones: gobierna a su manera.

Trump asumió su primer mandato con el Congreso en contra. Hoy todo está a favor: tiene 53 senadores de 100 y 220 diputados de 445 en la Cámara de Representantes. Aunque no tiene un poder absoluto, su margen para impulsar reformas es mucho mayor.

A diferencia de Argentina, donde el presidente tiene herramientas como DNU, prórrogas presupuestarias o facultades delegadas, en Estados Unidos el poder presidencial es más limitado. Existen la "órdenes ejecutivas" (similares a los decretos) pero con funciones más acotadas y sujetas a controles estrictos. Esto explica por qué Javier Milei, mucho más débil institucionalmente que Trump en su primer mandato, tuvo más herramientas para gestionar que el republicano.

En esta etapa, la Corte Suprema también está alineada: de sus 9 jueces, 6 fueron nombrados por administraciones republicanas, lo que le asegura un terreno más cómodo en los temas judiciales.

Un mundo diferente

Cuando Trump asumió su primer mandato en 2017, la ola de nuevas derechas aún no había tomado fuerza a nivel mundial. Fue precursor de una tendencia que más tarde incluiría líderes como Bolsonaro, Boris Johnson o Bukele; todos ellos asumieron en 2019.

Hasta ese momento, en muchos países del mundo gobernaban fuerzas de derecha pero eran las tradicionales. Todo cambió con la llegada de Trump, que fue el precursor y ahora le toca el rol de "consolidador" de esos movimientos.

Esta vez, con experiencia acumulada, Trump no solo busca consolidar su modelo político, sino también cerrar el ciclo de esta corriente global y establecer un nuevo orden mundial.

Las primeras medidas del “nuevo Trump”

Fiel a su estilo, no perdió tiempo. Al asumir, lanzó una serie de anuncios que muestran que su postura es más dura y directa. En términos de inmigración, prometió declarar la emergencia nacional en la frontera sur, devolver "millones de delincuentes" a sus países de origen e incluso propuso renombrar el Golfo de México.

En materia de género y sociedad, anunció la eliminación de “todos los experimentos sociales de la ideología de género” y habló de construir “una sociedad sin color basada en el mérito”. Dijo que para su administración sólo habrá dos géneros: hombre y mujer.

En política exterior, Trump busca recuperar el control del Canal de Panamá, reincorporar a militares despedidos por no vacunarse y, como gesto simbólico, anunció sus planes de colocar una bandera de EE.UU. en Marte.

¿Qué esperar del segundo Trump?

Este no es el Trump de 2017. Es un líder recargado y empoderado, que ya no parece un error del sistema. Ahora encabeza un movimiento que busca consolidarse como la fuerza dominante en el escenario global.

Con su retorno, comienza una nueva era: incierta, polarizadora y con un impacto que promete extenderse mucho más allá de las fronteras de los Estados Unidos.

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