A partir del segundo capítulo, la serie se distancia del guion gráfico para abrir nuevas líneas narrativas. En palabras del propio Stagnaro, algunos elementos provienen de un viejo proyecto inconcluso sobre una guerra civil en la Argentina. Así, la serie oscila entre momentos de fidelidad y tramos de invención, hasta regresar, como por reflejo, a los pasajes más emblemáticos del cómic.
El Eternauta: diferencias entre el cómic y la serie
Las diferencias concretas son numerosas. Pero el cambio más fuerte está en el tiempo. La historieta transcurre en la Argentina de los años 50. La serie, en el presente. Ese traslado temporal implica una transformación del paisaje: aparecen supermercados chinos, repartidores en bicicleta, cacerolazos y cortes de luz. Y también implica una transformación simbólica: el país que muestra la serie es otro, erosionado por décadas de crisis.
Uno de los cambios más significativos es la incorporación de personajes femeninos activos y complejos. En la versión original de El Eternauta, las mujeres son figuras pasivas, estereotipadas en extremos opuestos: santa o seductora peligrosa. Elena y Martita —la esposa y la hija de Juan Salvo— son figuras que esperan ser rescatadas. La tercera mujer, una suerte de espía sensual, es rápidamente descartada.
En la serie, en cambio, Elena (interpretada por Carla Peterson) es médica y actúa en la toma de decisiones. La acompañan Inga, una repartidora venezolana, y Pecas, una adolescente que lidera a un grupo de jóvenes. La inclusión de estos personajes actualiza el relato y responde a una deuda histórica que el mismo Oesterheld intentó saldar en su reescritura de 1969.
Ricardo Darín como Juan Salvo
La elección de Ricardo Darín como Juan Salvo también provocó controversias. En la historieta, el personaje es joven. Darín tiene 68 años. Pero su figura impone una gravedad simbólica que no podía pasarse por alto. Su trayectoria, su peso como ícono del cine argentino, y su capacidad de arrastrar al público convierten su edad en una virtud narrativa.
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El Eternauta y la importancia del héroe colectivo
Pero hay algo aún más esencial que la serie preserva de El Eternauta, y es su concepción del “héroe colectivo”. Desde su publicación, esta idea ha sido parte del ADN de la obra. La consigna “nadie se salva solo” no es solo un eslogan publicitario. Es una idea fundacional del relato, aunque, como todo en El Eternauta, está sujeta a debate.
La tensión entre salvarse solo o resistir juntos se convierte en el eje de conflicto. ¿Irse o quedarse? ¿Buscar una salida individual o luchar por lo colectivo? El final de temporada deja estas preguntas abiertas. La serie avanza apenas hasta la página 142 de las 350 que tiene la historieta. Pero ya logra lo más difícil: hacer que queramos ver más.