Esta serie revive en Netflix y conquista a nuevos espectadores con su potente trama de drama, amor prohibido y secretos familiares. La protagoniza Ester Expósito y tiene tres capítulos.
Ester Expósito brilla en Netflix con esta serie corta de 3 episodios que explota en visualizaciones.
image.png vuelve a poner en el centro de la conversación a una serie que muchos creían olvidada: Alguien tiene que morir. Esta producción, protagonizada por Ester Expósito, cuenta con tres capítulos y está sorprendiendo nuevamente a los usuarios de la plataforma con su combinación de drama, tensión y secretos familiares.
Alguien tiene que morir es una miniserie mexicana-española estrenada en octubre de 2020 que, a pesar de su tiempo en la plataforma, ha recobrado notoriedad por su atrapante narrativa ambientada en la conservadora España de los años 50. La breve pero intensa historia se posiciona como el plan perfecto para quienes buscan una experiencia cinematográfica completa en una sola tarde.
Desde hace algunas semanas, la miniserie ha comenzado a escalar posiciones entre las producciones más vistas de Netflix en varios países de Latinoamérica y Europa. La presencia de Ester Expósito, popularizada por su rol en Élite, ha sido un gancho adicional para el público joven, que encontró en esta historia un enfoque más adulto, cargado de crítica social y con una carga emocional más intensa.
Alguien tiene que morir nos traslada a una España franquista, donde las apariencias, el qué dirán y las estructuras familiares dominadas por el patriarcado marcan la vida de sus personajes. El detonante de la historia ocurre cuando Gabino Falcón, interpretado por Alejandro Speitzer, regresa de México a su país natal acompañado de Lázaro, un talentoso bailarín mexicano encarnado por Isaac Hernández.
Gabino está comprometido con Cayetana Almada, el personaje que da vida Ester Expósito, pero el regreso con Lázaro genera un fuerte escándalo entre su familia y la comunidad. Lo que parecía ser un casamiento organizado para consolidar una unión familiar tradicional, se convierte en el epicentro de una tormenta de reproches, silencios y verdades incómodas.
En una sociedad en la que no se permitía hablar de temas como la sexualidad o la libertad individual, la llegada de Lázaro es vista como una amenaza, no solo para la familia Falcón, sino para todo un entorno que intenta mantener las apariencias a toda costa.
La serie fue dirigida y escrita por Manolo Caro, el creador de éxitos como La casa de las flores. En esta ocasión, Caro abandona el tono de comedia negra para explorar un relato más oscuro y dramático. El guion se despliega con diálogos contundentes y silencios reveladores, mientras cada capítulo profundiza en los conflictos internos de los personajes.
Más allá de su narrativa sólida y su atractivo visual, Alguien tiene que morir resulta especialmente relevante en este momento por cómo aborda temas universales como el control social, la represión de la identidad y la fuerza destructiva de los prejuicios.
La serie también funciona como una crítica a los sistemas de poder que, bajo una fachada de orden, esconden violencia y discriminación. Es una producción que no teme incomodar, y que invita a reflexionar sobre cómo el pasado sigue resonando en nuestras formas de vivir el presente.
Cada uno de los tres capítulos tiene una duración aproximada de 50 minutos. Eso permite ver la miniserie completa en menos de tres horas, como si se tratara de una película extendida dividida en actos. La estructura cerrada de la historia, sin promesas de segundas temporadas, garantiza un desenlace claro y satisfactorio, algo que muchos espectadores valoran en tiempos de series eternas e inconclusas.
El éxito renovado de Alguien tiene que morir se suma a una tendencia creciente dentro de Netflix: la popularidad de las miniseries. Proyectos breves, con alto impacto narrativo y sin temporadas interminables, están captando la atención de usuarios que prefieren historias intensas y cerradas. Ahora, esta coproducción hispano-mexicana se suma al listado de miniseries imperdibles del catálogo.