A lo Destino final

Tragedia en Caballito: el día que un caniche cayó de un balcón y causó tres muertes

En octubre de 1988, la caída accidental de un perro desde un piso 13 desencadenó una cadena de desgracias en la que tres personas perdieron la vida en cuestión de minutos.

Redacción A24
por Redacción A24 |
Las muertes de las tres personas y del caniche en octubre de 1988 fueron destacadas con una doble página en Clarín.

Las muertes de las tres personas y del caniche en octubre de 1988 fueron destacadas con una doble página en Clarín.

El viernes 21 de octubre de 1988, la esquina de Rivadavia y Morelos, en pleno barrio de Caballito, fue escenario de un episodio tan insólito como trágico. Una secuencia de muertes que, aunque parezca salida de una ficción, ocurrió realmente. Y todo comenzó con la caída de un perro desde un piso 13.

El protagonista involuntario fue Cachy, un caniche blanco que vivía con la familia Montoya en un edificio de Avenida Rivadavia al 6100. Según las versiones que circularon en ese entonces, nunca confirmadas, la mascota atravesó un hueco entre chapas de aluminio y se precipitó al vacío luego de correr una pelotita que le habían arrojado mientras jugaba.

Tragedia en Caballito: las muertes de las tres personas y el caniche

caniche-caballito-muertes-clarin
La noticia fue destacada en la tapa de Clarín.

La noticia fue destacada en la tapa de Clarín.

El efecto dominó de la tragedia comenzó cuando Marta Fortunata Espina, una vecina de 75 años que había salido a hacer las compras, se detuvo brevemente a charlar con otra mujer del barrio. Segundos después de despedirse y retomar su camino, el perro se estrelló sobre su cabeza, provocándole la muerte en el acto. El informe forense determinó que sufrió un aplastamiento de las vértebras cervicales. El animal también falleció por el impacto y quedó tendido próximo a su cuerpo.

En medio de la confusión por lo sucedido y el caos vehicular de una avenida como Rivadavia, Edith Sola, de 47 años, quiso acercarse para ver qué ocurría. En ese momento, un colectivo de la línea 55 la atropelló y perdió la vida en el acto. Según los registros periodísticos de la época, los semáforos no funcionaban correctamente: el cruce con Morelos carecía de señalización y los de las esquinas cercanas estaban desincronizados.

La cadena de desgracias no terminó ahí. Un hombre que había presenciado la caótica escena comenzó a sentirse mal. A pesar del shock, logró cruzar la avenida Rivadavia y pedir ayuda en una concesionaria de autos ubicada justo enfrente. Allí se descompensó. Fue asistido de inmediato por el personal médico que ya se encontraba en el lugar, pero sufrió un paro cardíaco y murió mientras era trasladado al hospital. Su identidad nunca fue revelada.

La historia se convirtió en noticia nacional. Clarín le dedicó a esta cadena de tragedias un lugar destacado en su tapa al día siguiente, con una crónica escrita por el periodista Enrique Sdrech.

La tragedia urbana, tan absurda como real, que parecía salida de un guion de cine, hasta el día de hoy sorprende a los que la escuchan por primera vez. No fue ficción, fue realidad.

Se habló de