“A diferencia de mi hija mayor, el pequeño se veía mucho más afectado. Tenía sarpullido por todos, todos lados. Mucho malestar y llanto constante. Creíamos que había pasado lo peor, fueron días terribles, pero lo realmente terrible estaba aún por llegar”, continuó la mujer.
“Dos semanas después, mi hijo comienza a llorar, a sentirse incómodo, a querer estar en el pecho. Noto al amamantarlo que no puede ubicar bien su boca en la teta. Tenía la mitad de la cara caída. Mi pequeño de dos años tenía parálisis facial en la mitad de su rostro. Presa del terror, intenté llamar al pediatra y simplemente no podía sostener el teléfono. Pedí a un vecino que nos llevase al hospital, porque estaba imposibilitada de manejar temblando de esa manera”, contó.
En el servicio de neuropediatría su hijo fue diagnosticado con el síndrome De Ramsay Hunt. Esta condición sucede cuando después de pasar por una varicela, el virus permanece en los nervios. Queda en forma inactiva o latente pero puede reactivarse años más tarde y afecta los nervios faciales.
La vacuna contra la varicela reduce enormemente la posibilidad de que los chicos se infecten con el virus. La mujer explicó que en el caso de Venezuela la vacuna es opcional, escasa, por lo que se consigue de contrabando con un costo elevado (el equivalente a varios sueldos) y “dudando de la eficacia de la cadena de frío de la misma”.
El hijo de ella sufrió varias de las complicaciones del síndrome De Ramsay Hunt. “Necesitó medicamentos antivirales del tipo aciclovir, terapia muscular, terapia de lenguaje y mucha teta y mimos para superar este desafío. Pasó por momentos de mucho dolor, le costó muchísimo hablar bien (todavía tiene problemas en esto), tiene sordera leve… También sufre de vértigo, de mareos cuando hacemos actividades sencillas como hamacarnos en el parque, ir de paseo en el auto o cuando camina largas distancias. Tiene un ojito caído porque fue imposible recuperar la movilidad total del párpado”, enumeró.
“Hoy estamos celebrando su cumpleaños número 6. Damos gracias a Dios de tener un hijo perseverante y luchador. Nos arrepentimos siempre de nuestra decisión de no vacunarlo en contra de la varicela y siempre que podamos, lo contaremos a otros padres. Ustedes, cuéntenlo también”, concluyó.