A su vez, la tasa de informalidad sigue siendo alta y está al nivel de lo registrado en los años 2008 y 2010, antes de la irrupción de la pandemia. La informalidad discrimina género y edad e impacta en la vida diaria.
El informe también destaca que la incidencia de la informalidad laboral varía según el género. En el primer trimestre de 2024, la tasa de informalidad entre las mujeres fue del 37,2%, superando en tres puntos porcentuales a la de los hombres, que se ubicó en 34,2%.
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Aunque los hombres representan el 54% del empleo asalariado total, las mujeres enfrentan mayores dificultades para acceder a empleos formales, lo que las deja en una situación de mayor vulnerabilidad.
Por otro lado, los jóvenes son el grupo más afectado por la informalidad. En el primer trimestre de 2024, casi el 58% de los trabajadores menores de 30 años se encontraba trabajando sin registrarse en la seguridad social.
Baja calidad del empleo entre los jóvenes
Esto equivale a que seis de cada diez jóvenes asalariados no tienen acceso a derechos laborales básicos, lo que perpetúa una situación de inestabilidad y baja calidad de empleo en el país.
La informalidad no solo afecta la estabilidad laboral, sino también las condiciones de vida de los trabajadores. Un estudio de la consultora Invecq muestra que en el primer trimestre de 2024, el 66,3% de los trabajadores no registrados se encontraba por debajo de la línea de la pobreza y el 23,9% se encontraba en la indigencia.
En contraste, el 29,5% de los trabajadores formales era pobre, y menos del 5% estaba en la indigencia. Además, un informe de Fundar destaca que los trabajadores formales ganan un 45,6% más que sus contrapartes informales.