Historias de vida

Guerra de Malvinas: Alicia Reynoso y Stella Morales, las mujeres que, sin armas, lucharon por los soldados

Contaron sus conmovedoras experiencias en el Hospital Reubicable de Río Gallegos y cómo fue la "insubordinación" que encabezaron contra el abuso de poder de las autoridades.
Matías Luciano Rossi
por Matías Luciano Rossi |
Alicia Reynoso y Stella Morales estuvieron entre las 14 enfermeras

Alicia Reynoso y Stella Morales estuvieron entre las 14 enfermeras, con grado militar, que socorrieron a los soldados argentinos (Foto: Gentileza Alicia Reynoso). 

Alicia Reynoso y Stella Morales nunca imaginaban, cuando iniciaron sus carreras de enfermería, que alguna vez iba a existir la guerra de Malvinas. Mucho menos que iban a formar parte de uno de los acontecimientos más relevantes de la historia argentina contemporánea. Tampoco pensaron en las atrocidades que iban a desfilar delante de sus ojos ni que 41 años después continuarían escuchando ecos de esos gritos de dolor reprimido de los jóvenes de 18 años a los que socorrieron y contuvieron durante su estadía en el Hospital Reubicable de Río Gallegos del frío, el hambre y el maltrato de los superiores, del cual no estuvieron exentas.

"Los soldados nos veían como personas en quienes podían confiar. A un oficial superior no le podían a decir 'extraño a mi mamá o por favor, comuníquense con ella y avise que estoy bien'. Con nosotras, se animaban. Estábamos también para contenerlos y darles una palabra de tranquilidad", cuenta Stella, una de las 14 enfermeras con grado militar, cabo principales, que fueron protagonistas de este acontecimiento que marcó un antes y un después en Argentina, desde que se inició el conflicto bélico el 2 de abril de 1982.

-¿Cómo llevan hoy, a la distancia, este hecho que marcó sus vidas y el de la historia Argentina?

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Alicia Reynoso: Malvinas es llevar esta causa tan noble en el corazón de por vida. Si bien es cierto que es una mochila que nunca nos vamos a sacar, creo que el contar y compartir lo vivido hace que pese menos. Para nosotras es un orgullo haber participado en ese conflicto, una gran responsabilidad porque contamos la historia en primera persona.

Stella Morales: Fue una guerra inútil. Trajo pérdidas, dolor y ausencias que no se recuperan más. A pesar de todo eso, estuve ahí, como enfermera profesional, con mucho orgullo que persiste con el paso de los años. En todo este último tiempo en que los medios nos dieron visibilidad, por iniciativa de Alicia que llevó adelante esta lucha por el reconocimiento de la mujer, nos hizo bien y caminamos con mucha fuerza. Hay recuerdos dolorosos, pero necesitamos contarlos para que se sepa la verdad.

-¿Cómo las reclutaron para participar del conflicto de Malvinas y de qué manera tomaron la noticia?

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Alicia Reynoso: En 1980, la Fuerza Aérea incorporó por primera vez en sus filas al personal femenino, en una prueba piloto. Ahí nos presentamos las enfermeras con estado militar. Quedamos 21, una parte fue a Córdoba y la otra al Hospital Aeronáutico Central de Nueva Pompeya, donde llegué a ser la jefa de enfermería.

El 2 de abril, como a todos, nos sorprendió la noticia. Lo tomamos como lo que teníamos que hacer, éramos asistenciales en tiempos de paz y operativas para la guerra. Nunca pensé que en tan pocos años, con dos de antigüedad, íbamos a poner en práctica lo que hacíamos diariamente. Mi familia se preocupó. Sobre todo mi mamá, viuda, porque era la hija más chica de ocho hermanos. Sin embargo, como cristianos que somos, abrazamos la fe y pudimos sobrellevar ese momento tan difícil.

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Stella Morales: El día que recibí la orden teníamos que preparar un bolso, con lo justo y necesario de ropa. Yo soy de Villa María, Córdoba. Como en esa época no había celulares, me acerqué hasta una central telefónica para hablar con mi mamá y el resto de mi familia. A ella, con mucho orgullo, le dije: "mamá, me voy a la guerra". Recuerdo, de ese tiempo, la avenida Corrientes, donde pasaban los micros que iban a Plaza de Mayo con las banderas celeste y blanca. Se me llenaba el corazón de orgullo.

-¿Cómo se sintió haber participado de la guerra de Malvinas?

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Stella Morales: Allá estuvimos en el Hospital Militar Reubicable de Comodoro Rivadavia (Chubut), comprado en 1981 a Estados Unidos, en la cabecera de pista del Aeropuerto, un lugar estratégicamente para que caigan las bombas y desaparezcamos todas.

("Para que el enemigo nos encuentre", acota Alicia)

En principio fuimos cinco mujeres que estuvimos ahí. En los primeros días todo fue incertidumbre. Nos dedicamos a preparar todo porque las amenazas de que estaban llegando los ingleses eran constantes. Y de repente sucedió. El impacto fue para todo el personal. Nos habíamos preparado en los simulacros, pero ahí sentí y entendí lo que es una guerra. No creo que un ser humano se prepare para algo así. Fue un shock ver los heridos en combates. Escucho todavía los gritos no solo de los soldados, sino también de las enfermeras y médicos que decían "suero acá, suero allá". Fue muy tenso todo, pero estuvimos preparadas. La profesión te prepara para darle calma al paciente por más que estés llena de terror. Eso es lo que intentamos hacer; esperamos haber cumplido. No recuerdo los rostros, pero si las miradas de angustia, dolor y sufrimiento. Los soldados fueron valientes, siempre querían volver (a Malvinas) por sus compañeros y "hermanos" de este conflicto.

Alicia Reynoso: Hubo un antes y un después en nuestra estadía a partir del 1º de mayo. Durante los preparativos había una tensa calma, eso fue ni bien llegamos los primeros días de abril. Después, cuando llegaron las primeros heridos, nos dimos cuenta dónde estábamos. Yo destaco el patriotismo que tenían estos jóvenes leones de 18 años, que estaban cumpliendo con el servicio militar obligatorio. Muchos de ellos hicieron la instrucción misma en al guerra.

Ellos nos alertaron de lo que pasaba porque hasta ese momento estábamos con la idea triunfalista de que íbamos ganando, tal como sucedía en todo el país. Llegaban muy mal alimentados y mal vestidos. Yo no vi agresiones a los soldados, pero si hambre. Y eso es violencia. Nos pedían que los curemos rápido para volver a la trinchera con sus hermanos de lucha. Yo me quedo con ese recuerdo. 649 hombres, únicos héroes, que dieron la vida por la Patria.

-¿Cómo fue el trato con los oficiales superiores durante la guerra de Malvinas?

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Alicia Reynoso: La violencia verbal estaba naturalizada. Nos decían "cállese" o "venga para acá, inútil". Hoy celebro que no sea así el trato. No recuerdo que me haya hecho mal eso. En esa situación estábamos todos con miedo. Una noche había un supuesto desembarco y no sabían que hacer con nosotras, que éramos cinco jóvenes entre 22 y 25 años. No tuvieron mejor idea que meternos en unas cloacas que se estaban haciendo. No recuerdo cuánto tiempo pasamos ahí, pero fue una eternidad. Después (los oficiales superiores) se dieron cuenta de que había que armar un refugio porque no sabíamos donde ir si la situación lo requería. Resolvían a medida que aparecía la necesidad. En esa desorganización venía el maltrato. Se daban cuenta que que las cosas no estaban y ,entonces, se descargaban con las mujeres subalternas o los soldados. Era lo "normal". Fue un trato violento. Mis cirujanos, no. Pero, el resto, en las situaciones de stress se las agarraba con nosotras por ser mujeres y subalternas. Eramos un puching ball

-¿Cómo fue la lucha por el reconocimiento del Estado y la sociedad después de Malvinas?

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Alicia Reynoso: El reconocimiento llegó muy tarde. Las mujeres fuimos reconocidas, con medalla y diploma, por la Ley 23.118 (se condecoró a los combatientes en la Guerra de las Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur) a través del Honorable Congreso de la Nación. Luego, sistemáticamente, nos escondieron. Salió un Decreto (509/88) que no reconocía a quienes no habían pisado las Malvinas.

Hecha la ley, hecha la trampa. Los médicos fueron reconocidos desde el principio. Si ellos sí, ¿por qué nosotros no?. Si la ley era pareja, teníamos que estar todos sin reconocimiento. Ahí nos dimos cuenta que habían reconocido, incluso, a una enfermera, pero faltaban las otras 13. Esa persona también se olvidó de sus compañeras

Así fue que levanté la bandera por la visibilidad de la mujer en 2009. Fue una batalla difícil. Dolió más esta que la guerra en sí. Éramos un NN. Nos decían las "chicas" y "enfermeras" como si no tuviéramos nombre y apellido. Nosotras podemos decir donde estuvimos y porqué tengo esta medalla (se señala) que no me pesa. No todos pueden demostrar lo mismo, pero hay que creerles. Finalmente el 7 de mayo de 2021, la Justicia me reconoció como veterana de guerra, sin embargo todavía la ANSES no me da el turno para exigir los beneficios que debimos tener en un primer momento.

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Stella Morales: Después de un largo tiempo de silencio, me di de baja de la Fuerza Aérea a fines 1983. Perdí el contacto con mis compañeras hasta 2013, cuando recibí el llamado de Alicia, algo que no voy a olvidar nunca. Me dijo que estaba levantando la bandera por nuestra visibilidad y comencé a caminar con ella.

Me presenté en la Fuerza Aérea para plantear por qué había una enfermera reconocida y el resto, no. Me respondieron que si quería ser veterana de guerra, que le haga juicio al Estado. Como Alicia estaba en la misma situación, obedecí la orden. El fallo a favor salió el 19 de julio 2021 tras iniciarlo en 2014. De alguna manera, esto fue un triunfo de la amistad por el verdadero compañerismo. No como la compañera que fue reconocida desde los 90' y no se acordó de nosotras. Son situaciones dolorosas que necesitamos contar.

La insólita orden de arresto de tres días para Stella Morales y la "insubordinación" de las enfermeras

"Los malos tratos estaban bajo órdenes. Pero eran órdenes y así las tomábamos", afirma también Stella, quien vivió en carne propia el abuso de autoridad por parte de un oficial superior que, en la punta de la mesa, "por error" recibió una cucharita de café para el postre. Su "queja" trajo consecuencias: orden de tres días de arresto para la enfermera. "Fue un momento bastante feo", recuerda.

"En una guerra no existen los días de arresto: se cumple una orden o directamente te fusilan. No hay tiempo para arrestar a una persona", indica Alicia, quien no se quedó de brazos cruzados ante tamaño acto de injusticia. "Fue una tontera de este oficial, por decirlo de una forma elegante. Ejerció violencia y actuó sin conocimiento".

Alicia, como la lucha que encabezó después de Malvinas por la visibilidad de la mujer, se convirtió en la punta de lanza de la "insubordinación" de sus compañeras. El reclamo le valió que uno de los jefes la convoque. En esa breve reunión, sus argumentos fueron contundentes para dejar sin efecto la sentencia impuesta a Stella. "No se la puede poner presa por esta equivocación, cuando a metros de acá se están matando. Nos están matando", afirmó.

"Nos unimos a Stella y fuimos sororas, una palabra que se usa mucho hoy. Después vinieron las represalias, pero las aguantamos", se enorgullece Alicia. "Por lo menos no hubo más arrestos", completa.

Malvinas, la experiencia que marcó sus vidas para siempre

En las charlas y entrevistas que brindan durante estos días, la palabra Malvinas está constantemente en la boca de Stella y Alicia. Y también ahí está Malvinas, en ese corazón que se esconde detrás de los estandartes blancos que lucen con orgullo. Ese símbolo de que estuvieron ahí, cuando la patria las necesitó para dar cobijo y auxilio a los "jóvenes leones" como los definen y de que también nunca bajaron los brazos hasta lograr el merecido reconocimiento.

"Malvinas es Argentina, tiene la celeste y blanca", afirma Stella, quien se muestra esperanzada con la recuperación del territorio a través del diálogo como "lo hicieron ellas al mostrar la verdad". Le llega el turno a Alicia para definir lo que ni una enciclopedia podría definir: "¿Malvinas? Malvinas es mi sangre".