Con un rendimiento promedio por hectárea entre 1000 y 1500 kilos, la mayor parte de las legumbres argentinas tienen como destino la exportación. “Los argentinos tenemos poca cultura de consumo de legumbres: se usan garbanzos para las fainá, arvejas en alguna ensalada y casi nada de porotos. La demanda de lentejas, en cambio, han tenido un crecimiento muy importante que se notó más durante el aislamiento preventivo de 2020”, destaca Karnoubi, “y como en el mercado interno se logran mejores precios que lo que se paga internacionalmente, la lenteja producida se queda acá”. El mercado tiene un crecimiento tan sostenido, que hasta se han tenido que importar lentejas de Canadá y EE.UU.
“Hay una tendencia mundial de reemplazar la proteína animal por la vegetal. Las legumbres tienen la ventaja que son bajas en grasas, ayudan a regular el colesterol, tienen beneficios para la circulación y ayudan al sistema digestivo. Por eso se incorporan cada vez más a las recetas”, agrega. Ese crecimiento de la demanda mundial estimula la producción de legumbres en el norte argentino, sobre todo de variedades que no son conocidas por el consumidor local pero tienen preferencia en otros mercados, como el poroto mung y la arveja amarilla.
La decisión oficial de quitar las retenciones a las economías regionales impactó positivamente en el sector ya que le otorga recuperar competitidad a Argentina frente a otros países productores de legumbres. “Esperamos recuperar mercados y afianzar nuestra posición frente a Brasil, Canadá, México y otros países originadores, cuando las retenciones hacían que no fuéramos competitivos”, adelantan desde CLERA.
Respecto a las exportaciones a China, luego de la apertura de apertura de exportación arveja argentina, el foco está puesto en lograr la apertura de todas las demás legumbres y sus variedades. ”Permanentemente nos reunimos con Cancillería para abrir nuevos mercados y para mejorar las condiciones arancelarias de los existentes”, cierra Karnoubi.